LA CASA ENCENDIDA

Eva Villar

LA CASA ENCENDIDA

 

 

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir. (Mario Benedetti)

 

Entramos por orden riguroso de llegada y en la puerta se nos da un número aleatorio, correspondiente a la butaca que tendremos que ocupar. El mío es el 58, ¿por qué el 58? En fin, no me haré preguntas transcendentales propias de intelectuales, burgueses con tiempo para leer e-books, disfrutar de series en Netflix o acudir a La casa Encendida a ver performance nonsense. Iré al grano:

11 de noviembre de 2016, estación Delicias de Zaragoza, paso sin contratiempos el control del AVE, ni un pitido, limpia de metal y creyéndome enamorada… 10:30 a.m y el tren llega puntual como el reloj de mi móvil. Subo al coche 13, asiento 3 A, empuño mi maleta, la elevo con equilibrio y fuerza encajándola en el compartimento para equipajes, las lumbares tiran… y me pregunto cómo seguir viajando en tren con 20 años más de edad y menos de flexibilidad…pero no, no me haré preguntas, tengo hambre. Zigzageo por el estrecho pasillo hacia el  vagón-cafetería, un sándwich de atún, un vino blanco y todo un robo a mano armada que gracias a las diosas puedo permitirme sin pestañear, si no me tomo el segundo vino no es por ética anti-atracos, sino porque soy perfecta, salvo por mi sentido de la orientación… El escaso que se me concedió en el reparto de inicio a esta vida terrenal, tendré que mantenerlo intacto para poder llegar a la dirección que me dio Nacho, el hombre que conocí aquel fin de semana estival en Lanuza. Volveremos a vernos después de, hace hoy justo, 13 semanas y 3 días.

You are beutifull, really beutifull

“Lo sé”

Nos separan de los amigos… o los familiares… o los conocidos… o con aquellos quienes quiera que hayamos acudido al ritual “performántico”, sola, ya sin Victoria, busco la butaca número 58.

Pita mi wasap.

“Eh, a qué hora venías a Madrid? Espero que todavía no hayas tomado el tren y puedas cambiar el billete. Estoy comenzando a conocer a otra mujer y, por respeto a ella… mejor no nos vemos.”

“ 🙂 ”

¡Qué cuerno! Me tomo ese segundo vino blanco, aunque todavía no lleguen ni a ser las 11 a.m.

Me encanta este lugar donde el carnicero igual te vende un kilo de panceta como que te pone una cerveza y una tapita de carrillada, un DJ ameniza el cotarro. Entre la multitud alguien me sonríe, soy miope y ya con dos vinos blancos y una Mahou fresquita enfoco con dificultad… ¿Victoria Pérez Royo?

¡Qué casualidad! ¿Qué haces aquí? Y tan bien acompañada…(Se refiere al neuyorquino que llevo al lado)

Eso mismo me estaba preguntando yo…

Aunque no nos veamos con frecuencia, el trabajo y las ciudades distantes nos separan, somos amigas desde hace ya más de una década.

¿Tienes algo que hacer hoy a las 21:00 p.m? Estoy comisariando el festival Ser Público en La Casa Encendida y hoy traemos la performance “We are stillwatching” de Ivana Müller, quizá allí descubras por qué estás aquí.

Pues la verdad, no tengo otra cosa que hacer. Acepto.

Atocha, 12:13 p.m., tomo el cercanías y me apeo en Sol, como podría haberme apeado en cualquier otra parte… en realidad ando bastante perdida y con mi escasa orientación definitivamente agonizando, me interrogo qué mierdas hago yo en esta capital… En fin, no es momento de hacerse preguntas transcendentes, iré al grano:

Un negro de los que te quita el hipo me para: “You are beautiful, really beutifull”. Así da gusto salir a la luz… y la verdad es que después del ostión que me metió el pitido del wasap, oír algo así restablece mi ego. “I know, I am beautiful, really beautifull”. El adonis azabache me cuenta que ha llegado de Nueva York a Madrid para jugar un partido de balonmano, que le apetece descubrir la ciudad y que le habían hablado del Mercado de San Fernando, que si lo acompaño. ¡Qué diablos! ¿Y por qué no? El yanqui, mi maleta y yo nos vamos dirección Lavapiés. Llegamos al susodicho mercado justo a las 13:03 p.m. de un 11 de noviembre de 2016. Me encanta. ¿Victoria?

Andy desapareció del mismo modo que apareció, por sorpresa, y Victoria y yo seguimos tapeando entre panceta, carrillada y Mahous.  Miré el reloj de mi móvil y eran las 20:30 p.m cuando ella decidió que era hora de ir a la caza de mi destino.

Butaca 58, ¡encontrada!

Perdona, ¿podrías retirar tu maleta para dejarme paso? (me increpa al que el destino le llevó a la butaca número 59)

Después de dos vinos a.m y tres cervezas p.m., mi orientación definitivamente yace inerme, pero por alto que sea mi grado de desorientación, no hay duda, aquí y ahora, coincido en “We are stillwatching” contigo… El universo cruje, mis huesos se recolocan en el lugar preciso en el que las lumbares ya no duelen… y retiro sin esfuerzo mi maleta para dejarte paso. 45 años estuve esperando a que te sentaras a mi lado. Iré al grano: comienza la función y el público que aquí y ahora coincidimos, toma los guiones que se encuentran bajo las butacas, leemos nuestro papel asignado, subrayado en amarillo.

Performance “We are stillwatching” de Ivana Müller

Número 3: “¿Y hemos pagado para ser nosotros mismos quienes interpretemos la función?”. Número 13: “Eso parece”. Número 3: “¿Decepcionado?”. Número 13: “En absoluto”. Número 58: “45 años estuve esperando a que te sentaras a mi lado”. Número 59: “You are beutifull, really beutifull”.

Y es así como el público, en esta metaperformance, le damos vida al texto… Y ya perdonará la Müller que no lo haya transcrito de manera literal, de hecho es ella la que me incita a la libre interpretación, porque… ¿qué otra vida podríamos darle a un texto sino la de nuestra propia experiencia?…  ¿Acaso no es todo texto activado por su receptor? A fin de cuentas… ¿qué es un texto sin su público?

Se me antoja que tan insustancial como una Moira sin actor. Pero no, no me haré preguntas transcendentales propias de intelectuales, burgueses con tiempo para leer e-books, disfrutar de series en Netflix o acudir a La casa Encendida a ver performance nonsense que solo cobrarán sentido por obra y milagro de su intérprete.

 

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir. (Mario Benedetti)

 

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De la Dialéctica Formal al Yo Soy

Ángeles Marco

De la Dialéctica Formal al Yo Soy

Ángeles Marco (Valencia, 1947-2008),
entre geometrías, recuerdos, proyectos, reflexiones y ausencias.

Román de la Calle

Ángeles Marco, escultora española. De la dialéctica formal al Yo soy.

Cumplida casi una década de la desaparición de Ángeles Marco —sin duda, una de las figuras más destacadas de aquel potente renacer, hoy ya histórico, de la joven escultura, gestado en la transición cultural española— La Galería Espaivisor aborda la asignatura aún pendiente, que supone la organización de una muestra selectiva de sus obras, transformándola conscientemente, además, en merecido homenaje.

Se trata de una exposición centrada en una cuidada suma de piezas, pertenecientes todas ellas a series concretas, realizadas, en su día, en ciclos de calculado trabajo, tal como operaba siempre Ángeles Marco, cuya amplia producción bascula, cronológicamente —en su franja más prolífica— entre los años 1974 y 1992, de aquella recodada Valencia finisecular.

Serie escultórica Ángeles Marco, en la exposición de la galeria de arte Espaivisor de Valencia EspañaHe revisado tales obras —sin prisa y una a una—, enlazando pausadamente recuerdos, silencios y contextos, estrujando así, una vez más, mi personal magdalena proustiana entre los dedos. De hecho, conocí a Ángeles Marco cuando, iniciados los años ochenta, estaba dando por finalizada su importante Serie Modular (1974 / 1980), aunque seguía completando los últimos eslabones del proyecto, henchido de geometrías, de dialécticas formales, de contrastes cromáticos, juegos estructurales, opciones combinatorias e imperativos seriales.

De cara a su consolidación académica, como profesora, faceta vocacional a la que se entregaba sin medida —en la nueva Facultad, recién evolucionada de la histórica Escuela de Bellas Artes— necesitaba Ángeles Marco, igual que el resto de sus colegas docentes, realizar su tesis doctoral. Justo en esa concreta bisagra —al solicitar mi ayuda, como director del proyecto / diálogos entre filosofía y escultura— echó raíces nuestra sólida y dilatada amistad. Conexión labrada en trabajos y estudios conjuntos, al hilo de reflexiones compartidas y colaboraciones intelectuales, desarrolladas en ese obligado paréntesis cronológico, que supuso la realización de su performativa tesis doctoral, transformada en eficaz germen y crisol de sus nuevas series de motivadas propuestas escultóricas.

Recuerdo, perfectamente, que en las preparaciones parsimoniosas de las concretas series Espacios ambiguos / Imagen y Ficción (1980-86) y Entre lo real y lo ilusorio (1986-87) se iban reajustando, incluso, los títulos respectivos, al mismo compás que progresaba la realización de la tesis, ya que fue esta, de hecho, el auténtico banco de pruebas del doble trabajo –investigador y operativo—, que revulsivamente se producía. La tesis fue, por cierto, compleja en su articulación y prolongada en su desarrollo. Se leyó, de forma exitosa, hace ya exactamente treinta años, el 29 de abril de 1987, en la Universidad Politécnica de Valencia, titulándose “Imagen y ficción. Análisis de un proceso creativo en escultura”. Y ese mismo año –palanca innegable—se iniciaron, además, con especial fortaleza, otras fundamentales series como El Tránsito y Salto al vacío (1987-1989), que fueron efectivamente determinantes en su trayectoria.

He de confesar que la idea, sumamente pragmática, de que su tesis debía centrarse en torno a sus nuevos proyectos escultóricos —para que así se reforzara y adquiriera solidez su propio itinerario creativo— era algo que, por mi parte, como profesor de Estética y Teoría de las Artes, solía repetir, como estrategia didáctica, a cuantos apelaron a mi consejo y respaldo académicos, desde aquella facultad, que casi se convirtió –complementariamente— también en la mía. Lo reconozco con satisfacción distanciada, tras los eficaces efectos, por mí, testados, en el transcurso del tiempo.

Aquellos años de intermediación transformadora, ocupados entre la docencia, la investigación y la creatividad directamente aplicada, conformaron, sin duda, para el haber profesional de Ángeles Marco, una etapa crecientemente revulsiva e intensamente sostenida. Lecturas, escritos, conversaciones y proyectos fueron articularse de manera sólida, efectiva y unitaria, dando lugar a “la memoria del taller”.

Negativos. Exposición Ángeles Marco, Escultora española. El otro punto neurálgico, en su trayectoria vital y profesional, se catalizó, asimismo, a mi modo de ver, en torno a la gestación de su muestra paradigmática en el IVAM, “Ángeles Marco. El taller de la memoria” (1992), de la que fui comisario, a petición suya, concretamente montada en el centro del Carmen, que entonces era también sede adjunta de la prestigiosa institución. Una etapa para recordar —sin ira— admirativa y nostálgicamente, en la desigual historia del centro.

La preparación de la muestra —una vez aprobada por el Consejo Rector, del que durante lustros formé parte— supuso asimismo un constante e intenso trabajo conjunto (1990-92). Para mí, el comisariado de la exposición fue, estrictamente hablando, Exposición Ángeles Marco, Escultora española.una especie de efectiva prolongación de su tesis doctoral: el mantenimiento de las mismas estrategias de diálogo, la contextualización pormenorizada de las series anteriores y la gestación de piezas nuevas, enfatizando, siempre, la vigencia de la categoría de “relación” entre todo el conjunto del proyecto / itinerario. Recuerdo que incluso llegamos a decidir que el recorrido, para los visitantes de la muestra en el IVAM, sería, ni más ni menos, una especie de analogía al hecho concreto de visitar –con evidentes afanes didácticos– el taller de la escultora, potenciando momentos / espacios / bloques propositivos / obras y rincones bien diferenciados, en sus respectivos contextos. El cuidado catálogo del evento –hoy documento fundamental– obedeció asimismo a idénticas pautas expositivas.

Soy consciente, ahora, de que estoy redactando este texto 25 años después de aquella muestra, habida en el Instituto Valenciano de Arte Moderno. Me vienen a la mente los trabajos del montaje, las discusiones apasionadas por la selección de cada pieza y su ubicación en los espacios apabullantes del antiguo Convento del Carmen —justamente allí donde ella había cursado sus estudios—, como histórica Escuela de Bellas Artes. Se cerraba así, simbólicamente, un círculo biográfico, a la vez que se consagraba operativamente otro de alcance profesional. Era la primera escultora, en su ámbito intergeneracional valenciano, que exponía, de forma individual, en aquel IVAM de doble sede, que hoy recordamos, en su polémico alcance diacrónico.

Pozo, Escultura de Ángeles Marco, en la exposición de la galeria de arte Espaivisor de Valencia España

Pozo

El lector se hará cargo, pues, de este particular contexto de rememoración, tan marcado, que condiciona y dirige mi escritura, al ir revisando las piezas que conforman esta importante exposición actual de Ángeles Marco, centrada precisamente en el conjunto referencial de cuatro amplias series, fechadas a caballo entre 1974 y 1992, de las cuales, en su taller, aún se hallaban algunas obras disponibles, guardadas por ella, en su fondo de trabajo y paralela colección. Casi, pues, un recorrido de veinte años de producción revisada. Una etapa conjunta, sumamente destacada de su trayectoria. En concreto se exponen trabajos pertenecientes a la Serie Modular (1974-1980), a la Serie El Tránsito & Salto al vacío (1987-89), a la Serie Suplemento (1990-1992) y a la Serie Presente / Instante (1991-92), que constituyen y de-muestran una consolidada depuración en sus trabajos escultóricos, constantemente reflexionados, revisados y complementados.

Sus series nunca se cerraban, ya que podía volver a retomar temas, contrastar materiales, avivar

Enves. Escultura de Ángeles Marco, Escultora española.

Enves

referencias, problemas e ideas —equidistantes, por lo común, de la cotidianidad—, pero llevados, casi siempre también, a sus últimas consecuencias, en su creciente reducción y radicalidad ejercitada. A veces surgidas / despertadas –sus obras– por una reflexión, un contraste conceptual o un suceso, bien procedente del contexto inmediato o bien derivado, quizás, de una lectura específica o simplemente, incluso, de una conversación. Sin embargo, era la atmósfera del taller lo que activaba incisivamente la memoria de lo ya hecho y propiciaba, además, nuevos quehaceres y proyectos.

De ahí surgió el título de la muestra del IVAM y también el de alguna monografía escrita sobre ella y su producción escultórica, que póstumamente le dediqué, como personal tributo y recuerdo (2013).

De hecho, la herencia constructiva, consolidada en su primera serie modular, ya siempre formó, de algún modo, parte de su posterior metodología creativa. Construir, apelando a la depuración minimalista, a la reducción de elementos y a la potenciación relacional entre ellos, siempre — eso sí— apelando además a la recurrencia conceptual y a la motivación asociativa. “No hay obra —mía / para mí— sin pretexto y contexto”, repetía.

A partir de este camino, estrategia y método, tan singulares, podía depurar, reconstruir, conceptualizar y dar respuestas estéticas

Camuflaje. Escultura de Ángeles Marco, Escultora española.

Camuflaje

eficientes, al entramado de sus piezas, de acuerdo con sus propósitos narrativos y de escenificación calculados, atendiendo, en simultaneidad, a las exigencias de los propios materiales (hierros, cauchos, lonas, tejidos varios o negativos fotográficos), de cara a la creación / aprovechamiento de espacios y reubicación de objetos, potenciando marcos / ambientes adecuados para sus instalaciones y/o agenciándose escenografías para sus performances (paneles, cajas, carros, trípodes, monitores, vídeos, estampas originales y textos). Aunque, en el fondo, el motor de sus trabajos se arropaba siempre conceptualmente.

Podríamos rastrear, antropológicamente, en su diversificado quehacer escultórico, la presencia de un plexo estructural de ideas básicas –para ella– como vacío, tránsito, identidad, olvido, ausencia, viaje, situación intersticial o de desequilibrio, pero también de andamiaje, de geometría secreta, de vigilancia, de huida, arropamiento y de rememoración. La auténtica prueba de fuego radicaba, siempre, en cómo versionar / trasladar estratégicamente tales inquietudes conceptuales a las obras, a la selección de los materiales Instalación de Ángeles Marco. Escultora española.que fuesen más adecuados, a la construcción / conformación concreta de la propuesta física y también, finalmente, a las condiciones exigibles a la instalación de la pieza. No concebía, de hecho, Ángeles Marco que se pudiera escindir / aislar la realidad de sus piezas de sus respectivos contextos, de sus génesis correspondientes y de sus finalidades. Cada obra mantenía activa su intrínseca memoria.

En sus exposiciones, apostaba / esperaba que el visitante, en su sagacidad personal, tras su sorpresa / desorientación inicial, hilvanara parsimoniosamente enlaces “entre” los diversos grados de protagonismo presencial, reservados cautelarmente a las ideas, dispositivos y elementos –formales / materiales– constituyentes de sus obras. Tampoco dejaba nunca de reencontrarse —sugerida e involucrada personalmente— en sus propuestas. En realidad, más allá de la autoría exclusiva de sus piezas, dejaba voluntariamente que se filtrasen, en ellas —incluso de forma calculada– sus imágenes preferidas, sus textos, sus huellas, determinadas pistas personales y sus voces e incluso su figura real (Serie Presente / Instante (1991-92) o su impactante Performance fílmica (1999-2001).

Enves - Obertura , Esculturas de Ángeles Marco, Escultora española.

Enves – Obertura

De esta guisa, experimental e incansable, en su explícita carrera hacia adelante, la escultura –teatralizándose entre sus manos— incrementaba los intercambios dialógicos con la música y las palabras habladas, con los videos y las fotografías, con los textos escritos y las secuencias cinematográficas. Acelerada vitalmente, siempre quería más y más, tras sus reflexiones visionarias y sus estrategias en abîme. Lo sé por experiencia.

Incluso, años después, tras los penosos intervalos de su enfermedad y el recurso a otras dedicaciones de alcance terapéutico, ya a mediados del 2005, volvió a citarme, encore une fois, en su taller, para que viera / compartiera las obras que iban a propiciar su “relanzamiento”, me dijo ilusionada. A la vez, me pedía un texto de barandilla para aquella muestra, que tuvo lugar entre septiembre y octubre, de aquel año, en el Claustro de Segovia. El programa propiciado era prácticamente una selectiva relectura —transvisual— de su propio itinerario. Quizás un balance selectivo, que rescataba y releía piezas emblemáticas de algunas de sus series, llevándolas, incluso, más allá de su origen, aunque las dimensiones de las obras se ceñían, más bien, en aquel caso, a sus actualizadas fuerzas físicas de entonces. A pesar de que la intensidad imperativa de su voz ya no era la misma, el brillo de sus ojos sí que se mantenía impertérrito.

El título de la muestra, como siempre, en ella, era sumamente elocuente y encerraba dobles lecturas, entre líneas: “Ángeles Marco. El último minuto”. Sin duda, lo tenía decidido de antemano. De nuevo, el reto, la sorpresa, el preanuncio, el guiño, la ambigüedad y hasta la esperanza tensa tenían allí cabida.

Sólo cuando, motivado por la amable invitación actual de Espaivisor, he necesitado releer de nuevo, ahora, con esfuerzo, mi texto final y reviso las imágenes de

Instalación. Serie El Tránsito de Ángeles Marco, escultora española

Maqueta (Instalación. Serie El Tránsito)

entonces, incluidos ambos –imágenes y texto— en la escueta publicación de aquel 2005 —que guardo testimonialmente en —mi archivo—, creo que entiendo, mejor que nunca, la fuerte polisemia y los múltiples alcances y sentidos que pueden encerrar las palabras escritas hace tiempo y en circunstancias especiales. Todo sea, pues, en homenaje directo a su memoria.

Por eso hablaba, al principio de esta reflexiones, de una asignatura pendiente: la de propiciar una muestra de las obras que permanecían, aún, recogidas en el taller de Ángeles Marco, al que siempre me referí como “el taller de la memoria”, porque todo parecía tener allí cabida. Una muestra que nos ayude a repensar, hoy, intergeneracionalmente, la historia de aquel renacer de la escultura valenciana de la transición, aunque sea de manera reductiva, de la mano de una de sus mejores y más destacadas representantes. Siempre pensé y sigo manteniendo que la memoria no sólo es depósito de recuerdos sino también eficaz palanca de proyectos.

Cuadro video performance. Ángeles Marco, escultora española.

Cuadro video performance

Una última anécdota. Cuando estaba, precisamente, Ángeles Marco proyectando las más polémicas piezas de la Serie Salto al vacío, hacia finales de la década de los ochenta, una tarde, en su taller de la calle Museo, discutíamos, café en mano, sobre la presencia de la memoria, individual y colectiva en su obra y, por mi parte, esgrimí la argumentación del doble sentido, que cabe darle y que vengo de apuntar más arriba, añadiendo además lapidariamente: “la memoria, amiga Ángeles, no siempre

salta hacia atrás, obsesionada en reajustar cuentas con el recuerdo, también, convertida en base de iniciativas, se atreve a saltar hacia el vacío de la aventura inexplorada y futura”. Puntos suspensivos…

 

 

 

Por eso, al iniciar el presente texto he querido homenajearla, como en secreto, oblicuamente, a través del esotérico título, ahora justificado en brevedad, en su contexto de antaño, encuadrado en una acertada decisión expositiva presente.

 

Exposición Ángeles Marco en la Galería Espaivisor

 

Galería Espaivisor: Exposición  de la obra de Ángeles Marco. Hasta el 15 de Septiembre, 2017

Galería Espaivisor  ENLACE

Ángeles Marco       ENLACE

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LAND ART EN LOS EE. UU. EL PRINCIPIO

 

Lennie Bell

 


LAND ART EN LOS EE. UU. EL PRINCIPIO


 

HEIZER  MORRIS  SMITHSON

Heizer, Morris,Smthson

 

Texto-1

 

 

 

El Land Art es un movimiento artístico en el cual la tierra es manipulada por el artista. Éste se introduce en el espacio para cambiarlo, dando así un nuevo concepto de nuestra interacción con el mismo.

<< No es sorprendente que el paisaje reapareciese como inspiración para algunos de los mejores artistas de este periodo. Tampoco nos tiene que sorprender que la actividad artística resultante fuese una de las más difíciles y asombrosas que se habían visto. Aunque el paisaje sea un tema tradicional y recurrente en la Historia del Arte, esos jóvenes artistas de los años sesenta lo trataron de un modo muy poco tradicional. En lugar de representarlo en pintura sobre lienzo o mediante esculturas representativas, unos cuantos artistas eligieron entrar en el paisaje mismo, utilizándolo como material escultórico. Estos artistas no estaban describiendo el paisaje, sino que se unían a él. Su arte no era simplemente del paisaje, pero sí dentro de él. Las primeras obras se conocían como Earthworks o LandArt. Su presencia física en el paisaje las diferenciaba de otras formas de escultura. Pero su compromiso va más allá: la mayoría de estas obras están inextricablemente unidas a su lugar, y toman las características de este entorno, para formar su propio contenido. Mientras que la mayoría podían haber sido realizadas en cualquier otro lugar similar, la diferencia importante es que las limitaciones entre la obra y su entorno no están del todo claras. Estas obras no son objetos discretos, sino elementos totalmente entregados a su paisaje. Su intención es provocar una experiencia inimitable del lugar en concreto, tanto para el artista como para el observador>>¹

Estas palabras de John Beardsley ponen de manifiesto lo esencial del movimiento Land Art, que durante medio siglo ha abierto muchas puertas, evolucionando desde una postura radical contra lo establecido, hacia un arte social.

 

 Espiral Jetty de Smithson

¿Qué ha pasado durante los últimos cincuenta años?. En realidad, básicamente nada.
Este arte, que era heredero de la búsqueda del concepto de espacio, se apoderó de él y lo desarrolló como ningún otro movimiento artístico lo había hecho. Las obras de investigación aisladas en el desierto han llegado a influir de un modo directo en la planificación urbananística de las ciudades, así como en la restauración de espacios degradados por la industria, como reivindicación para el uso público.

Los artistas que fundaron el Land Art en los años 60, fueron reconocidos escultores del movimiento minimalista: pertenecían a la clase media norteamericana, eran universitarios y todos respetados artistas de fama nacional. Sus trayectorias les llevaron a cuestionar y experimentar con el fenómeno de la relación del objeto en el espacio y cómo este concepto enfrentaba al observador con su propia idea de este espacio. Sus obras les llevaron a revelarse contra un estilo cuyo orden y pureza de formas era incompatible con sus sentimientos de caos.

A finales de los años 60, el ambiente social no era precisamente de orden, el rechazo a la guerra de Vietnam introdujo un cisma entre el sentido de lo correcto-patriótico y la conciencia individual del bien y el mal. Esto hizo mella en la sociedad norteamericana,  introduciendo un sentimiento altamente revolucionario similar al de mayo del 68 en Europa.

El Land Art comienza con sendas exposiciones de varios artistas, entre ellos Michael Heizer, Robert Morris y Robert Smithson, los cuales, literalmente, llenaron las galerías de tierra y piedras, y lo hicieron como una directa provocación a lo establecido. Parecía un acto de rebeldía juvenil, pero su concepto abstracto no tardaría en manifestarse.

Elijo a estos tres escultores por considerar que representan los tres pilares básicos del Land Art: lo sublime, la entropía y la experiencia espacial.

 

MICHAEL HEIZER

Hasta 1967 Heizer era pintor, pero empezó a producir esculturas en el desierto –que sería la característica de su obra– con las que trabajó durante la siguiente década.

Heizer-Munch Depresión

Había salido de su estudio en Nueva York para trabajar en el desierto, utilizando la tierra como medio para producir piezas que, a pesar de que al principio no eran accesibles al público por su localización, pronto superó este obstáculo mediante fotografías y publicaciones que se expusieron en galerías de arte.
Como californiano, vuelve al Oeste (un concepto de libertad ínsita en la psique americana) y compra terrenos en el desierto del Suroeste, (donde su abuelo tenía una mina), y es allí donde realiza sus primeras intervenciones.

Especialmente interesado en las propiedades físicas de la tierra y de sus elementos –densidad, volumen, masa y espacio–, con los que trabaja según le dicta su propia naturDissipate, Heizeraleza artística. Algunas de sus obras como Foot Kicked Gesture y Ground Incisión Loop Drawing, eran efímeras. Su intención era que con el tiempo se fundieran en el paisaje hasta desaparecer. Según sus propias palabras: <<estamos haciendo diversas fotografías durante de proceso de desintegración>>.
En 1968 realizó un determinado número de obras que despertaron el interés de la crítica. Su obra Dissipate es una serie de cinco trincheras rectangulares excavadas sin orden en el Black Rock Desert en Nevada. A diferencia de otras obras del mismo año, esta tenía carácter de permanencia, ya que sus paredes estaban reforzadas de acero.

En este mismo año Heizer estaba ocupado realizando una trinchera de 120 pies en Massacre Lake, en Nevada. Esta trinchera, llamada Isolated Mass/Circumflex, tiene forma de lazo, excavado en la tierra y separa el círculo interior del resto del paisaje.

 

Five Conic Displacements (1969) Esta creación está constituida por cinco trincheras, y tuvieron que desplazar unas 200 toneladas de tierra. Otro trabajo de aquel año, Double Negative, es una inmensa composición (1.100 por 42 por 30 pies) que solamente se podía ver en su totalidad desde un helicóptero, debido a su extensión y ubicación , ya que se trataba de las laderas de dos barrancos situados frente a frente. En este trabajo se movieron más de 240.000 toneladas de tierra.

Double Negative de Michael Heizer, Land Art

Double Negative

Heizer representa uno de los pilares del Land Art: lo sublime. Lo sublime, en el romanticismo, se provocaba por un sentimiento de asombro ante la contemplación de la representación de la belleza de la Naturaleza. En la pieza Double Negative esta idea de lo sublime se transforma, ya que no podemos situarnos frente a la obra, sino que debemos entrar físicamente para experimentarla.

Desde 1972 a 1976, Heizer trabajó en la construcción de otra pieza duradera llamada Complex One/City (24 por 100 por 140 pies), que ofrece una ilusión óptica en el desierto. Esta inmensa estructura hecha de tierra, hormigón y acero, se percibe desde la distancia como un rectángulo sólido con unas barras horizontales de acero, delimitando el bloque de hormigón. Desde uno de sus lados, tales barras se ven fraccionadas y separadas del bloque rectangular y desde el punto de vista frontal parecen formar líneas continuas.

Complex One City Michael Heizer Land Art 1972

Complex One City

En palabras de Elizabeth C. Baker: Art Works on the Land: << Los artistas, sin duda, mantienen un grado de romanticismo con del lugar de ubicación de sus obras. El espacio, la soledad, los elementos, el trabajo duro, y también una cierta sensación de peligro inherente en la elección de tales lugares. El drama de estos sitios es inseparable de los conceptos de calor, frío, tormentas y cambios espectaculares del clima y de la luz>>
<<Pero lo que realmente cuenta es mucho más especial: lugares particulares y específicos engendran particulares tipos de percepciones, y estas percepciones tienen un papel determinante en la naturaleza de sus obras. Estas obras, no solamente son inseparables de sus emplazamientos, sino que no se pueden definir, de ningún modo, fuera de sus lugares>>.

Durante esos años la galería Virginia Dawn de Nueva York expuso fotografías y dibujos de estas obras, y a partir de 1974 Heizer crea esculturas para ser expuestas en galerías o en emplazamientos públicos de las ciudades.

 

Serigrafía de Heizer

Serigrafía

 

 

ROBERT SMITHSON

La grandeza del entorno natural le gustaba sin duda a Robert Smithson y esto se comprende al ver las calidades de texturas expresionistas en sus obras. En 1959 era un pintor surrealista, pero a principio de los años sesenta su estilo (aparentemente desenfadado) le llevará a la investigación escultórica sobre el desplazamiento del objeto en el espacio.

 

Spiral de Jetty Smithson 1971

Spiral Jetty. Dibujo

 

En 1964 expuso una pieza en el Finch College Museum de New York llamada Enantiomorphic Chambers, es una construcción que utiliza espejos acompañados de dibujos. Según una de las críticas del momento, ésta obra probaba “la diferencia entre ver y conocer”.²

Entre 1964 y 1968 Smithson hizo una serie de esculturas donde experimentaba con conceptos como el tiempo y la física de las tendencias de los cuerpos, buscando el equilibrio dentro de la rotación.

Non Site de Robert Morris 1968

Non Site

En 1968 el artista empezó a exponer sus nonsites, donde piedras y tierra, puestas en un cubo, se transportaron desde un determinado lugar –indicado mediante mapas y fotografías aéreas– a una galería. Entre tales obras existe una pieza denominada Non Site, donde siete cajas de acero en forma de V y llenas de carbón, están puestas en fila en orden decreciente de tamaño, ilustrado todo ello con mapas y fotografías que indicaban el lugar de origen.

En esta serie de obras Smithson introduce el concepto de qué es lo “real”. Para él son aquellos elementos que componen un sitio determinado y no la clasificación con la que los asignamos a través de mapas, fotografías aéreas…

En el centro de toda la obra de Smithson está el concepto de entropía. Este es también uno de los pilares del Land Art, la tendencia natural al caos.

<<Ambos sentidos, constructivo y destructivo de la naturaleza, conformaban la obra principal de Smithson. El aspecto creativo halla su expresión en la sensibilidad del artista, traducida en la variedad y magnificencia de los materiales de la naturaleza que él emplea. Menos común en el arte es el sentido de la potencial destructividad de la naturaleza >>. ³

Smithson Non-Sites

Non-Sites

En 1969 completó Asphalt Rundown, en Roma, en esta obra un camión lleno de asfalto volcó la carga por los lados de una cantera.

En 1970 propuso Texas Overflow: en esta pieza Smithson pretendía que los materiales (asfalto negro y azufre) estuviesen enfrentados a las fuerzas entrópicas. El compuesto  amarillo había sido dispuesto de tal modo que formase en el centro un anillo con el asfalto caliente, escapándose éste por filtración.

 

La obra Spiral Jetty, no es solo la más conocida de Smithson, sino que es el icono de todo el Land Art. La pieza fue creada en 1970 en Roselle Point, en el Great Salt Lake, en Utah (EE.UU.). Es una escollera en forma de espiral, hecha de piedras de basalto y tierra, de una anchura de 50 pies y una longitud de 1.500 pies. Al igual que en Double Negative hay que entrar físicamente en la Spiral Jetty, ya que solo se puede percibir la obra moviéndose a lo largo de sus estrechos arcos hacia su final.

 

 

Spiral Jetty de Robert Smithson

Spiral Jetty

Como espiral, tiene un punto central que ocupa el caminante pero, sin embargo, al experimentar la obra uno se halla continuamente descentralizado respecto al gran espacio formado por el agua y el cielo. Smithson escribiendo acerca de su primer contacto con el lugar, decía: <<Mientras que miraba el lugar éste reverberaba en el horizonte como si fuera un ciclón inmóvil, mientras que los reflejos de la luz hacían que el paisaje entero pareciese temblar. Un terremoto latente se abrió haciendo olas. Desde este espacio giratorio, emergió la posibilidad de hacer Spiral Jetty. Ninguna idea, ningún concepto, ningún sistema, ninguna estructura, ninguna abstracción, podrían mantenerse juntas en la presencia de aquella evidencia fenomenológica>> (Robert Smithson, “The Spiral Jetty”, manuscrito inédito).

En 1971 Smithson produjo el Broken Circle and Spiral Hill en Emmen, Holanda. Es una obra compuesta de dos elementos: el primero de ellos, Broken Circle, es un círculo casi completo de tierra de 150 pies de diámetro, dividido en dos partes: un semicírculo de tierra compacta con una gran piedra en el medio, cuya segunda mitad (a modo de cola) es el borde del primer círculo que se proyecta dentro del agua. Como todas las obras de Smithson, tiene forma de espiral. La segunda obra, Spiral Hill, es una colina cónica hecha de tierra, donde un sendero de arena blanca la va rodeando formando una espiral.

Spiral Hill de Smithson 1971

Spiral Hill

En este mismo año Smithson inició los primeros contactos con industrias cuyas actividades impactaban sobre el medio ambiente, y de manera especial las compañías mineras. Smitson planteaba sus propios proyectos como un modo de recuperar aquellos lugares devastados por tales actividades industriales. En Projects for Tailings (que no llegó a realizarse) habría utilizado la escoria para construir diversas piezas de Land Art en forma de terraplenes. Smithson pensaba que, si se planificaba la reutilización de la tierra antes de la actividad minera, se podría evitar la innecesaria devastación que acontece en estas actividades.

En 1976 estaba trabajando en su pieza Amarillo Ramp, una escollera curvilínea en pendiente, emplazada en Amarillo, Texas, hecha de la misma arcilla roja del lago.

Amarillo-Ramp de Robert Smithson

Amarillo-Ramp

Smithson murió en un accidente aéreo durante la ejecución de esta obra, que fue concluida por su esposa Nancy Holt.

La obra artística de Robert Smithson está a medio camino entre aquellos artistas de Land Art, cuyo trabajo consistía en mover grandes cantidades de tierra y aquellos otros cuya obra trataba el medio ambiente. Smithson estaba interesado en introducir el concepto de entropía, dando una nueva perspectiva acerca de la naturaleza.

 

 

 

Broken Circle de Robert Smithson

Broken Circle

 

 

ROBERT MORRIS

Con Robert Morris nos encontramos ante el tercer pilar del Land Art, donde su principal interés se manifiesta en la relación entre el ser humano y el espacio.

Morris Untitled Reclamation Project

Aunque comenzó como pintor (su exposición en 1960 en la Dilexi Gallery fue proclamado mejor artista novel del año), dejó la pintura para trabajar con Yvonne Rainer en obras influyentes de performance y así, podemos explicar el origen de su interés por el espacio, a través de sus performances teatrales.

Como muchos de los escultores de los años sesenta, Morris había estudiado Filosofía, Psicología e Historia del Arte. Su tesis de licenciado en Arte, sobre el papel del pedestal en la escultura de Brancusi, le introdujo en el conocimiento de las formas cerradas y monolíticas del famoso escultor rumano, como alternativa a las obras abiertas y ensambladas de la escultura de Picasso y González. Buscando una manera para hacer que la escultura sea más inmediata al observador, Morris utilizó gestalts que podrían ser instantáneamente percibidos, para que la totalidad de la obra pudiese ser mentalmente representada partiendo de la percepción de sólo una parte de ella.

Columnas de Robert Morris 1961

Columnas

En 1964, en su exposición en la Green Gallery de New York, Morris impresionó a los críticos con sus columnas inertes y neutras que provocaban un despertar en el observador, tanto del espacio real como del espacio desplazado por las esculturas. A través de la exploración de las posibles mutaciones de una única forma en L, Morris revela cómo las formas (incluso las más rudimentarias) implican una reconsideración de la relación espacio-pieza, cuando Morris las cambiaba de posición a diario.

En 1967 Morris realiza sus primeros trabajos en Land Art. Son obras en las que utiliza el vapor, que él llama “arte del aire”. Uno de ellos –un trabajo sin título–, era un gran cuadrado de tierra que Morris había preparado para producir continuamente una nube de vapor. También de ese mismo año es su pieza Steam Piece situada en el interior (una habitación llena de vapor). Morris sentía que el vapor era un material que él podía utilizar como un diálogo entre lo más profundo de una escultura y su relación con el espacio circundante.

Morris es uno de los fundadores del movimiento minimalista y su obra en el paisaje es una extensión lógica de su propio trabajo. Para Morris sus intervenciones en la Naturaleza estaban directamente relacionadas con la participación del observador en el espacio y su nuevo despertar al conocimiento de ese espacio.

Land Art Untitled (Steamwork for Bellingham)

En 1971 fue invitado a participar en Sonsbeek 71, Holanda, donde construye su Obsevatory, que fue destruido al final de la exposición y, gracias a los esfuerzos de los patrocinadores y del propio gobierno holandés, fue reconstruido en 1977.
Consiste en tres anillos concéntricos de tierra: el círculo exterior da acceso al círculo interior, cuyas dos ventanas miran hacia los puntos de los solsticios de verano e invierno. Lo que aquí le interesa a Morris no es simplemente revelar el mundo al observador, sino las condiciones de la percepción.

Land Art.Observatory de Robert Morris Holanda1971

Observatory

En 1973 fue invitado a participar en la Exposición Sculpture off the Pedestal, organizada por el Women´s Committee of Grand Rapids Art Museum. El proyecto Grand Rapids Project, ha sido fundamental para el futuro del Land Art en EE.UU., porque fue la primera vez que se invirtieron fondos públicos para financiar una obra medioambiental a gran escala. En palabras de Morris: <<el lugar elegido está de acuerdo con mis objetivos para el exterior. Obras que cooperan y no son objetos puestos en el paisaje>>.

Grand Rapids de Morris

Grand Rapids

Aquí el artista trabajó directamente con el Departamento Municipal de Parques y Recreación para asegurarse de que la obra tuviera suficiente drenaje y vegetación, como si de cualquier parque se tratase.

Los esfuerzos de muchos individuos, artistas y comunidades confluyeron en el verano de 1979 para realizar un proyecto en Seattle Washinton, titulado Earthworks: Land Reclamation as Sculpture. Fue organizado por la Comisión de Artistas de King County y se invitó a siete artistas a que realizaran una propuesta artística para siete espacios devastados o abandonados de la zona. Entre estos espacios había, una zona afectada por la erosión, tres graveras, un viejo aeropuerto abandonado y la franja designada para el control de ruidos del sector del Aeropuerto de Tacoma, en Seattle. Las propuestas fueron expuestas durante seis semanas en el Pabellón de Arte Moderno del Museo y, a la vez, la Comisión de Arte celebró un simposio para discutir al detalle las implicaciones del proyecto.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo

Todo esto sería normal si las propuestas hubiesen sido planteadas por ingenieros o arquitectos, pero en este caso los invitados fueron artistas de Land Art, lo que pone de relieve que desde 1979 es la escultura la que da la respuesta más innovadora a los problemas urbanísticos que atañen a la recuperación de las zonas degradadas en las grandes urbes.

Robert Morris seleccionó una de las graveras abandonadas al Sur de King County. Su propuesta fue financiada por el programa de arte en sitios públicos, el National Endowment for the Arts, el Departamento de Obras Públicas y por la Comisión de Artes del Condado.

La pieza consistía en unos terraplenes concéntricos que formaban un anfiteatro en el centro y desde el anfiteatro sólo se veía el cielo. Además de mostrar las ideas del artista sobre la estética en la restauración, la obra de Morris resuelve la viabilidad económica de este tipo de arte. El presupuesto del proyecto de Morris costó un poco más que los presupuestos convencionales más bajos para la restauración de este lugar.

Morris abrió un camino donde la obra artística consolida su condición de beneficio social, revelando una convicción cada vez más creciente: la de que los artistas deberían tomar parte en las decisiones estéticas que, normalmente, se toman como parte de la planificación urbanística, tanto en el uso de la tierra como en el restablecimiento de suelos devastados.

Las intervenciones de Morris en el paisaje invitan a la participación del observador en el espacio y al despertar de un nuevo conocimiento de ese espacio.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo y plano de Morris

En este artículo me he referido a tres artistas cuya obra está fundamentada en el desplazamiento de masas. Dentro del movimiento del Land Art hay diversos tipos de prácticas: algunos artistas abogan por no modificar la tierra y sus obras están yuxtapuestas sobre ella, por ejemplo, en la obra de Nancy Holt. Otros utilizan la vegetación para hacer delicadas obras con ramas que flotan sobre el agua, como en la  obra de Michael Singer. Otros incluso recuperan la vegetación indígena en lugares urbanos, para restablecer su identidad histórica, como es el caso de Alan Sonfist.

Como consecuencia de las respuestas innovadoras a los problemas urbanísticos que afectaban a la recuperación de las zonas degradadas en las grandes urbes, que dieron Smithson, Heizer y Morris, se abrió un camino novedoso: los escultores tomaban parte en las decisiones estéticas de las ciudades y en la planificación urbanística.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo de Morris

En el pasado el escultor trabajaba casi siempre en contra de la Naturaleza. Su obra consistía, básicamente, en extraer de un bloque una forma relacionada con un modelo imaginado, acorde con el periodo en que vivía el artista. Durante el siglo xx el concepto de la escultura experimentó grandes cambios, tanto respecto al objeto en sí como respecto al espacio que ocupaba. A través del Land Art la escultura llegó a ser, en lugar de un objeto para ser mirado, un espacio para vivirlo. La escultura encuentra un nuevo impulso en su manera de reinventar la realidad y esto, a su vez, le da otra función: ser el centro de la experiencia de la realidad espacial.

En el Land Art el espectador se convierte en sujeto activo, ya no controla ni abarca el objeto, sino que lo experimenta como tránsito.

Para poder explorar el espacio el artista ha tenido que aislarlo, perdiendo así su carácter funcional, transformando su entorno; de este modo cuando el espectador se sumerge en él, se descubre a sí mismo, tanto mental como físicamente, a través de las cualidades de volumen, materia y luz.

Steam Work for Bellingham-II Cloud Garden/steam

Steam Work for Bellingham-II y Cloud Garden steam

 

¹ John Beardsley Earthworks and Beyond. Abbeville Press 1984.

²Mel Bochner, “Art in Progress-Structures”,Arts 40, nº 9 (septiembre/octubre 1966), pág. 39.

³John Beardsley. Probing the Earth: Contemporary Land Projects Washington, D.C. Smithsonian Institution Press, 1977; Pág, 83.

 

LAND ART

 

 

 

 

 

 


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EL ÁLBUM DE FOTOS DE NAN GOLDIN

Mónica Yoldi López

 


EL ÁLBUM DE FOTOS DE NAN GOLDIN


 

 

 

 Foto Nan Goldin

 

 

   Michel Tournier en su relato “Los sudarios de Verónica” (El Urogallo. Madrid, Alfaguara, 1988.) narra la relación de una fotógrafa (Verónica) y su modelo masculino (Héctor). Verónica fotografía a Héctor veintidós mil doscientas treinta y nueve veces para terminar realizando lo que ella llama fotografía directa que consiste en renunciar a la cámara, sumergir al modelo en revelador y envolverlo en una tela fotosensible; el tejido recoge la huella del cuerpo del modelo que queda registrada con un baño de fijador. La tela actúa a modo de sudario, pues envuelve un cuerpo que transpira líquidos fotográficos, y la marca que presenta evoca la Verónica, la Sábana Santa y, por extensión, la muerte. Verónica parte de lo vivo para llegar a la muerte, «fotografía» una persona viva para obtener una imagen que sugiere el fin y que por su condición de estampa imprecisa parece atenuarse poco a poco. Los sudarios de Verónica son una huella borrosa que amenaza con hacerse cada vez más difusa, como determinados recuerdos.

Nan Goldin FotógrafaCuando a Nan Goldin (1953) la imagen de su hermana mayor, fallecida en 1965, comenzó a desvanecérsele decidió fotografiar a sus amigos para mantener vivos los recuerdos y evitar el olvido. Barbara Holly Goldin se había suicidado cuando tenía 16 dieciséis años; este hecho provocó que Nan Goldin dejara el hogar familiar y se refugiara en ambientes alternativos pertenecientes a la subcultura urbana. En este contexto es donde esta artista comienza a desarrollar su trabajo.

   Desde finales de los sesenta Nan Goldin elabora un peculiar álbum fotográfico de la gente que le rodea. Su intención es documentar la realidad, su realidad, un modo de vida alejado de las convenciones que se abre un hueco en una sociedad que, todavía hoy, parece que no acaba de aceptar determinadas conductas. Uno de los objetivos principales de esta creadora es demostrar que las instantáneas de la vida no sólo se componen del lado amable y nostálgico de nuestros álbumes de fotos. Heroinómanos en fase terminal, escenas de prostitución masculina o enfermos de SIDA son algunas de las imágenes de su álbum de fotos. El dolor, la enfermedad, la escatología, el lado más brutal y descarnado de la vida queda registrado por Nan Goldin. Si los sudarios del cuento de Tournier eran «como un friso fúnebre y obsesivo (…) Uno creía estar ante una serie de pieles humanas arrancadas y luego colgadas» (El Urogallo. Madrid, Alfaguara, 1988. Pág. 180), las fotografías de

Nan Goldin muestran un cuerpo atacado, desfigurado y sufriente. Lo físico, vulnerable y dependiente es en la obra de esta fotógrafa sinónimo de realidad; la imagen del ser humano que Goldin presenta habla de su presencia y posición en el mundo. Al retratar a amigos suyos desahuciados, como la actriz y escritora Cookie Mueller muerta de SIDA en 1989, esta norteamericana registra el camino hacia la muerte y hace del fallecimiento algo presente que compone otra cara más (la última) de la vida. Cabe destacar que Nan Godin no se conforma con una instantánea, toma fotografías de los mismos modelos durante años, en un intento de tratar de capturar la infinidad de situaciones, matices y facetas que configuran a cada individuo. Así muchas de sus series son producto del trabajo de más de veinte años, pues Nan Goldin elabora diarios visuales que nos aproximan a lo personal, a las relaciones, a la identidad y, en definitiva, a la condición humana.

Nan Goldin. Fotógrafa estadounidense, Premio internacional de la fundación Hassellblad 2007.LibroThe Beautiful Semid

Sus amigos, sus viajes, sus amantes, ella misma, componen un inmenso fresco en el que no existen los límites entre lo correcto y lo incorrecto. Para Nan Goldin todo es fotografiable, se olvida de los tabúes sociales incluyendo escenas del ámbito más privado e íntimo. Sin ánimo voyeur, el trabajo de Nan Goldin se convierte en un archivo de imágenes que evidencia la existencia de la propia artista y la de los que le acompañan. Fotografía exactamente aquello que ve, sus instantáneas no están preparadas. Un ejemplo de ello es la serie Los años de Boston realizada entre 1969 y 1974 que muestra la relación de Nan Goldin con el mundo de las drag queens. Por aquel entonces la artista coincidió con Philip-Lorca Di Corcia, Mark Morrisroe, Jack Pierson y David Armstrong, todos ellos fotógrafos que pasaron por la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston.

David Armstrong introdujo a Nan Goldin en un local frecuentado por drag queens y travestis llamado

Nan Goldin. Fotógrafa Fotógrafa estadounidense, Premio internacional de la fundación Hassellblad 2007.LibroThe Beautiful Semidan Goldin.The Other Side. La fotógrafa compartió casa con dos drag queens y durante el tiempo vivido con ellas realizó un trabajo que da fe de su interés por el mundo de la moda y del cine (las drags emulaban con sus trajes y maquillajes el glamour hollywodiense), y que aborda temas como el género o la orientación sexual. Su álbum no es un álbum al uso; cargado de fuerza emocional y visual su trabajo incluye su adición a las drogas y posterior desintoxicación (57 días, 1988), así como los malos tratos sufridos por la artista de manos de uno de sus amantes (Nan un mes después de ser golpeada, 1984). Una de sus obras más conocidas es La balada de la dependencia sexual, que toma su nombre de una canción de compuesta por Bertolt Brecht y Kurt Weill para la ópera de Los tres peniques. Iniciada en 1981, La balada de la dependencia sexual está integrada por un conjunto de diapositivas en las que tanto Nan Goldin como sus amigos aparecen en diversas situaciones: haciendo el amor, en la ducha, en una fiesta.

La artista enseñaba su montaje en locales neoyorquinos relacionados con la cultura punk y rock del momento como el Mudd Club o el Tin Pan Alley. Nan Goldin ha ido añadiendo imágenes a La balada de la dependencia sexual, que en la actualidad se compone de más de 700, y variando la música que las acompañaba. Asimismo realizó una versión para cine que se pudo ver en 1986 en los festivales de cine de Edimburgo y Berlín. En 1995 confeccionó junto a Edmund Coulthard un documental sobre su vida titulado Yo seré tu espejo que fue premiado en la edición de 1996 del Festival de Cine de Berlín. La crudeza de sus imágenes la relaciona con Diane Arbus y Larry Clark quienes han centrado su obra en lo marginal, lo desclasado y las situaciones extremas. Pero Nan Goldin no sólo capta eso que algunos autores han denominado realismo sucio, sino que sus instantáneas también incluyen los actos más cotidianos como por ejemplo dormir. Andy Warhol, Sophie Calle y, más recientemente, Maarit Hohteri o Sam Taylor-Wood han filmado y fotografiado gente durmiendo, en un intento de recogerNan Goldin. Fotógrafa
ydocumentar la vida en todas y cada una de sus facetas, desde las más comunes a las más secretas. La inmediatez que desprenden las imágenes de Goldin hace que el espectador olvide que entre él y la fotografía que observa haya un intermediario: un artista que ha tomado previamente una instantánea y la muestra. La obra de Nan Goldin es directa y concisa, pero no por ello está falta de emoción e intimismo.

Goldin evita lo sentimental pero sus fotografías hablan del sufrimiento y de la soledad. También versan sobre el erotismo, el amor y paso del tiempo, y aquí la artista coincide con el fotógrafo japonés Nobuyoshi Araki con quien en 1994 realizó un proyecto llamado Tokio Love sobre adolescentes en la capital nipona. La producción de Nan Goldin evoluciona y varía según los derroteros que tome su vida, aunque continúa centrándose en las personas de su círculo más próximo. En la actualidad vive entre Nueva York y París y, si la luz artificial de los espacios interiores era característica de la obra de Nan Goldin, en los últimos años, concretamente a partir de 1997, la luz natural ha entrado a formar parte de su trabajo; paisajes neblinosos, sosegados y silenciosos abren una nueva vertiente en sus fotografías, más espirituales y evocadoras. Premio PhotoEspaña 2002, esta fotógrafa de la vida ha paseado su cámara por ciudades como Londres, Bangkok, Berlín o París y ha contado con la colaboración de la cantante Bjórk en su obra Latido del corazón. El particular álbum de fotos de esta artista actúa a modo de espejo de la realidad; como en el cuento Tournier, Nan Goldin fotografía su entorno veintidós mil doscientas treinta y nueve veces para poder comprenderlo, penetrar en él y, sobre todo, no olvidarlo.

 

Nan Goldin Fotógrafa.

 

 

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El máximo de lo mínimo

Nasreen Mohamedi

EL MÁXIMO DE LO MÍNIMO


ABSTRACCIÓN DESDE LA POESÍA Y LA RAZÓN

Nasreen Mohamedi

NASREEN MOHAMEDI. Fotógrafo desconocido.

La artista india Nasreen Mohamedi fue una de las pioneras del arte contemporáneo en India, junto a Zarina Hashmi, quien desarrolló la abstracción en la segunda mitad del siglo XX. Recientemente el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, ha ofrecido una extensa muestra de su obra a través de sus dibujos, fotografías, pinturas y collages, comisariada por su antigua alumna Roobina Karode y titulada La espera forma parte de una vida intensa.
NASREEN MOHAMEDI. Sin título. Tinta y grafito sobre papel.

Sin título. Tinta y grafito sobre papel, 1970.

SU OBRA Este despliegue de obra, más de doscientas imágenes, quiere presentar las principales etapas en la trayectoria de la artista. Este viaje expositivo nos lleva desde la década de los años 60 con sus pinturas semi-abstractas de espíritu lírico hasta los años 70 y su subversión de la retícula modernista así como las diagonales suspendidas, los triángulos, las elipses y las esferas que ocupan los años 80. Aunque su compromiso estaba ligado a sus vivencias, como dice Roobina Karode: “…aprendían a mirar y escuchar… hasta la más fina hoja de hierba era objeto de su atención...” , supo desde la autodisciplina y el autocontrol trabajar esa depuración mental y física necesaria para su libertad expresiva. “Vaciar la mente escribió en uno de sus diarios, y entre sus rutinas estaba la limpieza de su casa-estudio varias veces al día. Esa soledad nómada y fortaleza que defendió a lo largo de su vida se observa en las 56 fotografías de paisajes desérticos, marinas, detalles de la arquitectura islámica (celosías) y estructuras modernas que capturó en blanco y negro. Sus viajes y los lugares que conoció en Turquía, Irán, Karachi o el desierto de Bahréin aparecen en sus imágenes.
NASREEN MOHAMEDI. Sin título. Dos dibujos de tinta y grafito sobre papel y tres fotografías en blanco y negro.

Obras sin título. Dos dibujos: Primero realizado en tinta sobre papel, 1982 y segundo en tinta y grafito sobre papel, 1970 y tres fotografías en blanco y negro, gelatinobromuro de plata. La primera datada en 1981.

En su obra sobre papel (dibujos en tinta y grafito, acuarelas) y algunos ejemplos de sus lienzos y collages podemos descubrir que Nasreen Mohamedi era coherente con su vida, por el uso de una estética parca y la sobriedad en los medios. La artista prefirió la tinta y el grafito al óleo, la línea a la figura y el pequeño al gran formato. Su minimalismo en blanco y negro le hizo decantarse más por el papel que por el lienzo, y su búsqueda de un mundo subjetivo e inmaterial la acercó a lo matemático, lo metafísico y lo místico, alejándola del arte indio popular. Pionera de la abstracción en Asia y figura enigmática e indomable que iba a contracorriente, como explican los responsables de la exposición. Creó una estética propia y como dice Borja Villel, director del Reina Sofía: es una artista de culto extraordinaria y su obra es exquisita, sutil y de gran precisión; una obra íntima y bellísima. Es un gran descubrimiento.
NASREEN MOHAMEDI-tinta y acuarela sobre papel

Sin título. Tinta sobre papel

Entre sus referencias encontramos como la luz y la música clásica del Indostán y la estética Zen conviven con la influencia del suprematismo de Malevich, a quien admiraba, el neoplasticismo de Piet Mondrian, la obra de Henri Michaux, Paul Klee, Moholy-Nagy o Kandinsky. Escritores como Lorca, Nietzsche, Spinoza o Kierkegaard le ayudaron a sobrellevar los problemas sentimentales que la marcaron en su vida dándole las alas que tanto sus escritos como sus proyectos requerían. Los procesos y valores poéticos que albergan las palabras tanto de Rilke y de Camus, su autor de cabecera, como la obra de Klee o Kandinsky y la necesidad de orden y sistemática limpieza formal de Malevich o Mondrian establecen vínculos interesantes que ayudan a entender su discurso, el máximo del mínimo como apunta Nasreen en sus diarios. SU VIDA Nasreen Mohamedi nació en Karachi (hoy el oeste de Pakistán) en 1937 y falleció en Baroda en 1990. Pero ¿quién es?. Es una mujer que nació en el seno de una familia musulmana con una vida cosmopolita y que se formó en Europa aunque vivió la mayor parte de su vida en India. Creció en Bombay y a los 17 años viajó a Londres donde estudió desde 1954-1957 en la escuela de Arte de Saint Martin. Tras un paréntesis de vida familiar en Bahréin, volvió a Europa con 24 años, para formarse en París con una beca que disfrutó desde 1961-1963. A principios de la década de los años 70 regresó a India y en 1972 trabajó como profesora de Bellas Artes en la Universidad de Baroda. Enseñó hasta su muerte, desarrollando unas enseñanzas conceptuales del dibujo contrarias al espíritu dominante basado en el realismo académico y la estética antropomórfica propias de las escuelas de arte de la época colonial. La enfermedad de Huntington, conocida como el baile de san vito, afectó a sus extremidades y la fue degenerando poco a poco, pero nunca le impidió seguir trabajando.
Sin título. Tinta y acuarela sobre papel, 1960.

Sin título. Tinta y acuarela sobre papel, 1960.

SU DESCUBRIMIENTO Su trabajo ha sido exhibido en importantes espacios dentro del mundo del arte contemporáneo. Destacaríamos algunos como: el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, el Museo Kiran Nadar of Art de Nueva Delhi, Kunsthalle de Basilea, la Documenta de Kassel nº12 en Alemania, Tate de Liverpool en Reino Unido y en Talwar Gallery, que organizó la primera exposición individual de su trabajo fuera de India en 2003, y que ha representado sus raíces durante más de una década, en Nueva York y en Nueva Delhi. Actualmente esta galería continúa difundiendo la importancia del trabajo de esta artista. Nasreen Mohameidi fue junto con las artistas Lygia Pape, Gego, Eva Hesse, Mary Kelly, Mira Schendel, Agnes Martin y la española Elena Asíns, las que transformaron el arte a mediados del siglo XX. Ellas hicieron de la búsqueda de la mística, del espacio, un logro artístico. En Septiembre del 2015 se organizó la exposición mencionada, La espera forma parte de una vida intensa, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía junto con El Metropolitan Museum of Art de Nueva York y con la colaboración del Kiran Nadar Museum of Art de Nueva Delhi.
Tinta y grafito sobre cartulina - COLECCIón SIKANDER y HYDARI a la izquierda. Collage y tinta a la derecha.

Tinta y grafito sobre cartulina — Colección Sikander y Hidari a la izquierda. Collage y tinta a la derecha.

Próximamente bajo la temática Unfinished: Thoughts Left Visible, El Metropolitan Museum of Art de Nueva York abrirá una nueva sede, El Met Breuer. Esta nueva sede inaugurará el espacio diseñado por Renzo Piano cuyo objetivo es presentar exposiciones     “pensadas” que postulen un significado más amplio de la modernidad a través de vastas geografías del arte. Se abrirá al público del 18 de Marzo al 5 de Junio de 2016 y contará con la primera retrospectiva del museo de la obra de Nasreen Mohamedi en los Estados Unidos. Esta exposición abarcará toda la carrera de Mohamedi, la mirada más completa hasta la fecha, y reunirá más de130 pinturas, dibujos, fotografías y diarios raramente vistos. La singular muestra recorrerá la complejidad conceptual y sutileza visual de la obra de la artista. «Born on 5th September, Teacher’s Day, was incidental to the fact that Nasreen Mohamedi was an extraordinary teacher. Her unique and eccentric presence influenced generations of students at the MSU from 1970s till the late 1980s.How often does one meet a teacher who sensitizes us to the minutest of changes happening around- the presence of breeze, light or movement in Nature as well as built environments? What she taught us in the course on drawing for the two preparatory years was about learning to be alert and attentive to the experiential world around us. Sometimes, we were asked to pick up from our surroundings what we responded to- a stone, a stick, a fragment from an object and draw its qualities through sight, touch, feel and texture while seeking connections beyond isolated objects. While outdoors, we were not learning to compose views of nature as landscapes but were made aware of those poignant details and elements in Nature that one may otherwise not even notice, discover or register. Subsequently, Nasreen also taught us the importance of silent reflection. She was the one who made me aware that the world is too much with us all the time and that it is important to withdraw from it and deeply reflect upon it as well.»  Roobina Karode
Nasreen Mohamedi en su estudio Bombay en el Instituto Desai Bhulabhai. Cortesía: Sikander y Hydari Colección.

Nasreen Mohamedi en su estudio Bombay en el Instituto Desai Bhulabhai. Cortesía: Colección Sikander y Hydari.

La imagen de portada: Sin título, ca. 1975. Tinta y grafito sobre papel –Colección Sikander y Hydari. ENLACE
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