ARTE SOBRE PAPEL – BILBAO 2018

 

Gloria García Fernandez

 

 


ARTE SOBRE PAPEL – BILBAO 2018


 

Feria Bilbao, 2018,el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre papel .

 

Con una bienvenida vestida de rosa intenso nos abre las puertas el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre papel en el Palacio de Euskalduna de la ciudad de Bilbao.

Feria Bilbao, 2018,el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre papel .En esta séptima edición celebrada entre el 15 y 18 de Noviembre una apretada y variada agenda,  nos paseaba por la feria de la mano de talleres, conferencias, demostraciones en directo, visitas guiadas y música para la noche del sábado y otros momentos, siempre bajo el soporte y estructura de más de cincuenta galerías y centros de arte.

Una nueva propuesta llamada AcercArte quiso guiar y enseñar cómo es el mundo del grabado y cómo disfrutar con la adquisición y descubrimiento de este lenguaje tan antiguo como actual.

Australia fue el país invitado junto con Croacia, Reino Unido y Taiwan visibles desde Los cubos de las Tentaciones.

Artistas experimentados mostraban en directo cómo trabajar algunas técnicas de grabado, como es el caso de la xilografia japonesa de Fabiola Gil y Mara Cozzolino y el grabado calcográfico de Sabine Delahaut entre otros. Otros exponían a través de la propuesta Open Portfolio diferentes maneras de mostrar.

Esta feria de Arte sobre papel, trajo artistas que protagonizaron el encuentro de Arte y Mujer a través de los ojos y la palabra de la fotógrafa Ouka Leele y Elssie Ansareo y la interdisciplinar Pilar Soberón.

La muestra pone el arte sobre papel a tu alcance, sin edades, sin prisas, con seriedad y mucho talento. No le pierdas la pista en el 2019. FigBilbao.

 

Feria Bilbao, 2018,el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre papel .

 

 

 

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LA CARBONERÍA: GALERÍA, PAPEL, IDENTIDAD

 

 

Joseba Acha

 


LA CARBONERÍA: GALERÍA, PAPEL, IDENTIDAD


Levedad, obras de Asun Valet

 

La Carbonería, Galería de Arte

 

María Tosat y Joseba Acha son los responsables de este proyecto. En esta ocasión hemos hablado con Joseba, que nos cuenta el  papel que desempeña un espacio expositivo en una ciudad como Huesca, de aproximadamente 50.000 habitantes y de su apuesta artística, centrada en la obra de arte sobre papel.
Un espacio grande, no tanto por sus dimensiones sino por lo que supone abrir una galería de arte en un momento en que muchos de estos espacios han desaparecido y los que continúan con su actividad tienden a reinventarse, adaptándose a los tiempos que corren.

 

Joseba Acha, galerista, director de la galería La Carbonería de Huesca, España

Joseba Acha

 

La Carbonería, espacio de arte nace en 2004 de la mano de María Jesús Buil, que dirigió el proyecto durante doce años y obtuvo en 2012 el reconocimiento de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte como mejor espacio expositivo de Aragón. Durante este periodo la galería se centró en arte aragonés y español de los siglos XX y XXI.

En 2017 María Tosat y Joseba Acha tomamos las riendas de la galería. Tras un par de meses de trabajo previo, reabrimos las puertas en febrero. El reto de relanzar un proyecto como éste en el que el legado anterior tanto artístico como social tiene tanto peso supone un reto más allá del propio funcionamiento corriente ya que implica responsabilidades hacia los artistas, la ciudad y la genealogía misma de la galería.

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obras sobre papel, Asun Valet-2018

 

La galería a lo largo de su primera etapa estableció una singular relación con la ciudad. Siendo la única galería de arte de Huesca pronto adquirió un papel central en la comunidad artística estableciendo colaboraciones y conexiones con el ámbito institucional y con otros sectores y colectivos, haciéndoles el arte contemporáneo más cercano.

Una galería tiene como objetivo primordial la venta de obras de arte, es la base de su sostenibilidad. Ahora bien, su actividad puede trascender esa función comercial para convertirse también en un lugar de reflexión y un punto de encuentro entre la comunidad artística y la ciudad. Ese fue objetivo para María Jesús y ese es para nosotros, establecer La Carbonería como espacio de pensamiento y debate sobre el arte actual y la utilización del papel.

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obras sobre papel, Asun Valet 2018

 

La galería siempre ha tenido un interés por integrarse en el tejido artístico local y que la relación con los artistas sea muy estrecha de manera natural. La galería juega ese papel centralizado en el tejido artístico por ser la única en la ciudad y tiene la capacidad de dar a conocer el trabajo de los y las artistas locales no solo en Huesca sino también a nivel regional y nacional.

Nos gusta trabajar con creadores del entorno más inmediato, pero también estamos abiertos a que en Huesca pueda verse el trabajo de otros artistas aragoneses o nacionales, cuyo trabajo nos parece interesante apoyar y dar a conocer. Sobre todo teniendo en cuenta el denominador común que tienen todos ellos, la utilización del papel en sus obras de muy diversas formas.

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obra sobre papel, Asun Valet 2018

La situación económica actual no es un secreto para nadie y condiciona todos los aspectos de la esfera cultural, desde la capacidad de producción de los artistas hasta las programaciones institucionales pasando, por supuesto, por el mercado. Pero hay otros factores menos visibles que están modificando actualmente la relación de la sociedad con las galerías de arte.

La crisis de la vivienda sumada a la precariedad laboral dificulta a los jóvenes el acceso a casas propias. Las mudanzas habituales y las viviendas compartidas (entre sí, con padres y familiares,…) impiden ver la casa como hogar propio, lo que ha provocado que los muebles se hayan convertido en objetos perecederos, en el caso de las obras de arte se vuelve casi un problema de conservación y almacenamiento. Es también comprensible que en una situación de habitual inestabilidad los hábitos de consumo tiendan al corto plazo primando lo nuevo sobre lo duradero.

La relación con el arte también ha cambiado mucho en los últimos años, los hábitos culturales se han transformado especialmente desde el desarrollo de la industria del ocio tal como existe hoy sobre todo a partir de los 70 en la que los relatos abarcan diferentes canales (cine, TV, cómic, y más tarde Internet) y productos (posters, juguetes y demás merchandising). Hoy día

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obras sobre papel, Asun Valet 2018

 

podemos ver cómo la expansión de esta cultura de mercado alcanza medios o códigos antes reservados a expresiones artísticas que poco antes algunos podrían haber rechazado por elitistas (grandes exposiciones dedicadas a series o conciertos sinfónicos de bandas sonoras de películas), lo que relega expresiones artísticas con cargas simbólicas ajenas a esos códigos, a áreas periféricas y que ahonda en una brecha cultural generacional que en España suma además el factor de la Transición.

Esto no quiere decir que el coleccionismo desaparezca, pero sí que en muchos casos generaciones más jóvenes han cambiado el foco a otros elementos. La preponderancia de la cultura de consumo como referente cultural entre quienes crecieron a partir de los 80 provoca que la relación emocional y estética con el objeto se desplace del arte a otros terrenos, desde los cómics al atrezzo de películas o los art toys.

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obras en papel, Asun Valet 2018

 

Por eso el relevo generacional de compradores de arte requiere replantear mucho más que la percepción del precio que a veces se lleva todas las atenciones y no parece tener tanto peso como estos otros factores.

Aunque tanto María como Joseba tenemos experiencia en diferentes aspectos de las artes visuales, no provenimos del ámbito del mercado (nuestra experiencia en galerías en ambos casos ha sido bastante anecdótica) y hemos trabajado además en otro tipo de proyectos en el que las lógicas de producción y relación con el entorno funcionan diferente (cultura comunitaria, programas públicos,…).

Esa experiencia en otros ámbitos de la cultura hace que lleguemos al galerismo con la convicción de que especialmente en el contexto actual, donde el ruido mediático requiere muchas veces de proyectos mayores que otorguen visibilidad y en el que al mismo tiempo las condiciones económicas convierten el crecimiento estructural de la organizaciones en una trampa, la vía de la coproducción es una herramienta fundamental para poder llegar más lejos sin desestabilizarse. La construcción conjunta de proyectos, ciclos, circuitos, en los que se puedan unir recursos e ideas de galerías, residencias artísticas o centros de producción, multiplica exponencialmente el recorrido posible de esas iniciativas.

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obras en papel, Asun Valet, 2018

 

En cualquier caso el galerismo es una actividad que requiere plantearse siempre a largo plazo y nosotros estamos en el inicio. Son incontables las galerías que han nacido recientemente en Europa con el objetivo de establecerse en la cima muy pronto y figurar en revistas, eventos y ferias de primer nivel y no han aguantado los primeros años. Al reabrir la galería nos planteamos la actividad paulatinamente, afianzando las dinámicas diarias y ampliando progresivamente nuestro radio de acción a otro tipo de actividades y formas de trabajo más complejas.

La galería durante la etapa anterior fue paulatinamente dando un espacio mayor a la obra gráfica llegando incluso a realizar ediciones propias. A partir de este factor decidimos tomar el papel, que es un material que siempre nos ha interesado mucho, como elemento principal de nuestra línea de trabajo como soporte y también como materia misma de trabajo.

Al mirar a nuestro alrededor pronto se puede ver cómo el papel está adquiriendo un peso mayor en los últimos tiempos. Los procesos de grabado y estampación han vuelto al foco de artistas jóvenes que buscan experimentar con procesos de producción más artesanales; el collage sigue resultando valioso para crear visuales ‘efectos de extrañamiento’ brechtianos; la versatilidad del papel permite al artista un rango de procedimientos y códigos como pocos al tiempo que resulta un material cercano al espectador… En ARCO 2017, por ejemplo, podían verse en las galerías argentinas (país invitado) numerosas propuestas en papel, ya fueran dibujo, collage o escultura.

 

Galeria La Carbonería, Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española,

 

Por supuesto existe también un factor económico en este uso del papel, facilita la producción y la experimentación, permite crear obras más asequibles y responde muy bien a los formatos pequeños, cada vez más habituales. Con este criterio sustancial trabajamos con artistas de disciplinas, y estilos heterogéneos pero que comparten un elemento nuclear común, definiendo una nueva identidad para la galería.

Respecto a la edad, es natural que se tienda a optar por artistas de edad similar, puesto que son habitualmente más cercanos en los círculos sociales y es fácil que haya más referentes artísticos compartidos. Sin embargo nos interesa romper esas categorías en que se ordenan muchas veces las galerías respecto a la edad o carrera de sus artistas, (jóvenes, media carrera,…) porque en un proyecto con una historia como la de La Carbonería nos parece esencial mantener una continuidad no ya estratégica, sino identitaria, que permita percibir la presencia de Maria Jesús también en el trabajo presente; y también porque siendo la única galería de Huesca hay un componente de responsabilidad con el tejido artístico de reflejar diferentes perspectivas que conviven en nuestro entorno.

 

Galería La Carbonería, Arte contemporaneo, Huesca, España

 

Por otra parte, prestamos especial atención a las mujeres, que a pesar de ser mayoría en escuelas de arte y facultades de bellas artes, son expulsadas del sistema artístico al quedar progresivamente relegadas en becas, residencias, mercado y exposiciones institucionales, generalmente porque son hombres quienes copan jurados y esferas de decisión en el sector. Por eso nos parece necesario dar tiempo y espacio a las propuestas de mujeres e ir aumentando su presencia en nuestra programación y representación. Una galería hoy día no puede limitarse a ser un espacio estático de exhibición y venta de arte sino que debe luchar por romper la barrera de entrada que perciben muchas personas no habituadas y construir una comunidad a su alrededor que le otorgue sentido más allá de lo puramente comercial, facilitar el encuentro y generar debate. Nos planteamos organizar encuentros con artistas y otras personas implicadas en el tejido cultural (comisarias, críticos,…), actividades formativas y otras acciones que puedan salirse más de nuestro ámbito como presentaciones de libros o conciertos.

 

Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Obra en papel, Asun Valet 2018

 

Identificamos el sector cultural como un ecosistema y hacemos una lectura del mismo en términos de ecología, valorando la sostenibilidad y la diversidad, las relaciones entre lo autóctono y lo foráneo, el peligro de las especies invasivas. Una lectura así de nuestro contexto nos lleva inevitablemente a establecer objetivos a largo plazo y estrategias de colaboración.

Por eso desde el comienzo hemos establecido colaboraciones con entidades de nuestro entorno, sumando nuestra programación a la de otros agentes culturales como Festival Periferias o BFoto.  Además de esta imbricación con el tejido local, también planteamos una proyección al exterior a través de participación en ferias y compartición de programaciones con otras galerías. En noviembre participamos en MARTE Feria Internacional de Arte de Castellón, presentando el trabajo Against Syntax de Altea Grau (Castellón, 1985), que se presentará en la galería en los meses de abril y mayo. Se trata de una feria con un funcionamiento diferente al habitual, en la que son comisarios quienes seleccionan las galerías participantes en torno a un discurso, en nuestro caso, Realidades de Miguel Mallol, a quien habían hablado de la reapertura y confió en nuestro proyecto tras un par de conversaciones cuando aún no había terminado nuestra primera exposición en la sala. Ese apoyo añadido nos permitió participar en una feria con cierta tranquilidad y confianza de poder preparar con Altea una propuesta un poco más arriesgada, lo que resultó en un premio adquisición Naranjas con Arte. Esperamos continuar con la participación en ferias a partir de este verano, durante una primera fase en España y quizás coyunturalmente en el sur de Francia, para más adelante plantearnos ampliar el círculo.

 

Galería La Carbonería, Arte contemporaneo, Huesca, España

 

Al reiniciar la actividad de La Carbonería lo hacíamos con un conocimiento superficial de cuáles son los mecanismos específicos de una empresa de este tipo. Sin embargo, lo hacíamos también con un bagaje de otros ámbitos que nos da pie a experimentar formas de trabajo ajenas con las que inventarnos el funcionamiento de la galería desde nuestro entorno más cercano hacia fuera en lugar de implantar un modelo preexistente.  En cualquier caso, el estudio de otras galerías y, sobre todo, de modelos de funcionamiento (libros blancos y recomendaciones de asociaciones profesionales) han sido esenciales para establecer un marco de acción en el que trabajar.

Por supuesto, añadido todo esto existen galerías que nos sirven de modelo y que además están siempre dispuestas a ayudarnos a encontrar una vía o aconsejarnos en algún asunto. Se trata de galerías con las que nos une una relación personal y que siempre sentimos cercanas Antonia Puyó (Zaragoza), José de la Fuente (Santander), Set (Valencia) y también Espai Visor (Valencia), con quien compartimos (a una escala y con circunstancias diferentes) el vivir un proceso de transición o La Brocha (Bilbao; más tarde Epelde&Mardaras y hoy desaparecida) que nos parece un ejemplo de construcción de comunidad

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Obra en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

Asun Valet

 

 Queremos agradecer a  Joseba Acha  su amabilidad y colaboración. Por último recordar brevemente unas citas del texto del catálogo: cuando el hierro ama la seda, que recientemente escribió Victoria Pérez Royo sobre la obra de Asun Valet,  artista de la galería, que expone actualmente, (del 2 de Febrero hasta el 28 de Marzo)  

Estas obras son a la par un mapa por recorrer, un cuerpo que ha dejado su huella, una escena dispuesta a la mirada, un movimiento que pide compañía, o un tiempo que se dilata y acelera, entre otras muchas cosas. Describirlas en relación a uno solo de estos aspectos sería parcial e incompleto. Por eso este texto invita a observarlas a través de una constelación de varias de sus muchas facetas, de modo que cada visitante, de acuerdo con su sensibilidad, interés y curiosidad, pueda decidirse por recorrer las pinturas en un sentido o en otro.

Escena.
Este cuadro es una escena. No es un teatro o un patio de comedias, no hay un exceso de artificio, no hay representación, no se apela con recursos y disfraces a la persona que observa. Pero sí es una escena, una arena donde se desarrolla el drama, el conflicto que se expone a la mirada. Este consiste en el encuentro y la interacción entre materiales, direcciones, colores y texturas: el hierro con el papel, lo rugoso con lo sedoso, el rojo con el gris, la línea con la superficie, el chorro de pintura con la aguada, lo pesado con lo leve.                                                                                                                               

Victoria Pérez Royo

 

Obras en papel de Asun Valet, pintora, pintora abstracta española, Zaragoza, Exposición en la galería La Carbonería en 2018

 

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LA CASA ENCENDIDA

Eva Villar

LA CASA ENCENDIDA

 

 

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir. (Mario Benedetti)

 

Entramos por orden riguroso de llegada y en la puerta se nos da un número aleatorio, correspondiente a la butaca que tendremos que ocupar. El mío es el 58, ¿por qué el 58? En fin, no me haré preguntas transcendentales propias de intelectuales, burgueses con tiempo para leer e-books, disfrutar de series en Netflix o acudir a La casa Encendida a ver performance nonsense. Iré al grano:

11 de noviembre de 2016, estación Delicias de Zaragoza, paso sin contratiempos el control del AVE, ni un pitido, limpia de metal y creyéndome enamorada… 10:30 a.m y el tren llega puntual como el reloj de mi móvil. Subo al coche 13, asiento 3 A, empuño mi maleta, la elevo con equilibrio y fuerza encajándola en el compartimento para equipajes, las lumbares tiran… y me pregunto cómo seguir viajando en tren con 20 años más de edad y menos de flexibilidad…pero no, no me haré preguntas, tengo hambre. Zigzageo por el estrecho pasillo hacia el  vagón-cafetería, un sándwich de atún, un vino blanco y todo un robo a mano armada que gracias a las diosas puedo permitirme sin pestañear, si no me tomo el segundo vino no es por ética anti-atracos, sino porque soy perfecta, salvo por mi sentido de la orientación… El escaso que se me concedió en el reparto de inicio a esta vida terrenal, tendré que mantenerlo intacto para poder llegar a la dirección que me dio Nacho, el hombre que conocí aquel fin de semana estival en Lanuza. Volveremos a vernos después de, hace hoy justo, 13 semanas y 3 días.

You are beutifull, really beutifull

“Lo sé”

Nos separan de los amigos… o los familiares… o los conocidos… o con aquellos quienes quiera que hayamos acudido al ritual “performántico”, sola, ya sin Victoria, busco la butaca número 58.

Pita mi wasap.

“Eh, a qué hora venías a Madrid? Espero que todavía no hayas tomado el tren y puedas cambiar el billete. Estoy comenzando a conocer a otra mujer y, por respeto a ella… mejor no nos vemos.”

“ 🙂 ”

¡Qué cuerno! Me tomo ese segundo vino blanco, aunque todavía no lleguen ni a ser las 11 a.m.

Me encanta este lugar donde el carnicero igual te vende un kilo de panceta como que te pone una cerveza y una tapita de carrillada, un DJ ameniza el cotarro. Entre la multitud alguien me sonríe, soy miope y ya con dos vinos blancos y una Mahou fresquita enfoco con dificultad… ¿Victoria Pérez Royo?

¡Qué casualidad! ¿Qué haces aquí? Y tan bien acompañada…(Se refiere al neuyorquino que llevo al lado)

Eso mismo me estaba preguntando yo…

Aunque no nos veamos con frecuencia, el trabajo y las ciudades distantes nos separan, somos amigas desde hace ya más de una década.

¿Tienes algo que hacer hoy a las 21:00 p.m? Estoy comisariando el festival Ser Público en La Casa Encendida y hoy traemos la performance “We are stillwatching” de Ivana Müller, quizá allí descubras por qué estás aquí.

Pues la verdad, no tengo otra cosa que hacer. Acepto.

Atocha, 12:13 p.m., tomo el cercanías y me apeo en Sol, como podría haberme apeado en cualquier otra parte… en realidad ando bastante perdida y con mi escasa orientación definitivamente agonizando, me interrogo qué mierdas hago yo en esta capital… En fin, no es momento de hacerse preguntas transcendentes, iré al grano:

Un negro de los que te quita el hipo me para: “You are beautiful, really beutifull”. Así da gusto salir a la luz… y la verdad es que después del ostión que me metió el pitido del wasap, oír algo así restablece mi ego. “I know, I am beautiful, really beautifull”. El adonis azabache me cuenta que ha llegado de Nueva York a Madrid para jugar un partido de balonmano, que le apetece descubrir la ciudad y que le habían hablado del Mercado de San Fernando, que si lo acompaño. ¡Qué diablos! ¿Y por qué no? El yanqui, mi maleta y yo nos vamos dirección Lavapiés. Llegamos al susodicho mercado justo a las 13:03 p.m. de un 11 de noviembre de 2016. Me encanta. ¿Victoria?

Andy desapareció del mismo modo que apareció, por sorpresa, y Victoria y yo seguimos tapeando entre panceta, carrillada y Mahous.  Miré el reloj de mi móvil y eran las 20:30 p.m cuando ella decidió que era hora de ir a la caza de mi destino.

Butaca 58, ¡encontrada!

Perdona, ¿podrías retirar tu maleta para dejarme paso? (me increpa al que el destino le llevó a la butaca número 59)

Después de dos vinos a.m y tres cervezas p.m., mi orientación definitivamente yace inerme, pero por alto que sea mi grado de desorientación, no hay duda, aquí y ahora, coincido en “We are stillwatching” contigo… El universo cruje, mis huesos se recolocan en el lugar preciso en el que las lumbares ya no duelen… y retiro sin esfuerzo mi maleta para dejarte paso. 45 años estuve esperando a que te sentaras a mi lado. Iré al grano: comienza la función y el público que aquí y ahora coincidimos, toma los guiones que se encuentran bajo las butacas, leemos nuestro papel asignado, subrayado en amarillo.

Performance “We are stillwatching” de Ivana Müller

Número 3: “¿Y hemos pagado para ser nosotros mismos quienes interpretemos la función?”. Número 13: “Eso parece”. Número 3: “¿Decepcionado?”. Número 13: “En absoluto”. Número 58: “45 años estuve esperando a que te sentaras a mi lado”. Número 59: “You are beutifull, really beutifull”.

Y es así como el público, en esta metaperformance, le damos vida al texto… Y ya perdonará la Müller que no lo haya transcrito de manera literal, de hecho es ella la que me incita a la libre interpretación, porque… ¿qué otra vida podríamos darle a un texto sino la de nuestra propia experiencia?…  ¿Acaso no es todo texto activado por su receptor? A fin de cuentas… ¿qué es un texto sin su público?

Se me antoja que tan insustancial como una Moira sin actor. Pero no, no me haré preguntas transcendentales propias de intelectuales, burgueses con tiempo para leer e-books, disfrutar de series en Netflix o acudir a La casa Encendida a ver performance nonsense que solo cobrarán sentido por obra y milagro de su intérprete.

 

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir. (Mario Benedetti)

 

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De la Dialéctica Formal al Yo Soy

Ángeles Marco

De la Dialéctica Formal al Yo Soy

Ángeles Marco (Valencia, 1947-2008),
entre geometrías, recuerdos, proyectos, reflexiones y ausencias.

Román de la Calle

Ángeles Marco, escultora española. De la dialéctica formal al Yo soy.

Cumplida casi una década de la desaparición de Ángeles Marco —sin duda, una de las figuras más destacadas de aquel potente renacer, hoy ya histórico, de la joven escultura, gestado en la transición cultural española— La Galería Espaivisor aborda la asignatura aún pendiente, que supone la organización de una muestra selectiva de sus obras, transformándola conscientemente, además, en merecido homenaje.

Se trata de una exposición centrada en una cuidada suma de piezas, pertenecientes todas ellas a series concretas, realizadas, en su día, en ciclos de calculado trabajo, tal como operaba siempre Ángeles Marco, cuya amplia producción bascula, cronológicamente —en su franja más prolífica— entre los años 1974 y 1992, de aquella recodada Valencia finisecular.

Serie escultórica Ángeles Marco, en la exposición de la galeria de arte Espaivisor de Valencia EspañaHe revisado tales obras —sin prisa y una a una—, enlazando pausadamente recuerdos, silencios y contextos, estrujando así, una vez más, mi personal magdalena proustiana entre los dedos. De hecho, conocí a Ángeles Marco cuando, iniciados los años ochenta, estaba dando por finalizada su importante Serie Modular (1974 / 1980), aunque seguía completando los últimos eslabones del proyecto, henchido de geometrías, de dialécticas formales, de contrastes cromáticos, juegos estructurales, opciones combinatorias e imperativos seriales.

De cara a su consolidación académica, como profesora, faceta vocacional a la que se entregaba sin medida —en la nueva Facultad, recién evolucionada de la histórica Escuela de Bellas Artes— necesitaba Ángeles Marco, igual que el resto de sus colegas docentes, realizar su tesis doctoral. Justo en esa concreta bisagra —al solicitar mi ayuda, como director del proyecto / diálogos entre filosofía y escultura— echó raíces nuestra sólida y dilatada amistad. Conexión labrada en trabajos y estudios conjuntos, al hilo de reflexiones compartidas y colaboraciones intelectuales, desarrolladas en ese obligado paréntesis cronológico, que supuso la realización de su performativa tesis doctoral, transformada en eficaz germen y crisol de sus nuevas series de motivadas propuestas escultóricas.

Recuerdo, perfectamente, que en las preparaciones parsimoniosas de las concretas series Espacios ambiguos / Imagen y Ficción (1980-86) y Entre lo real y lo ilusorio (1986-87) se iban reajustando, incluso, los títulos respectivos, al mismo compás que progresaba la realización de la tesis, ya que fue esta, de hecho, el auténtico banco de pruebas del doble trabajo –investigador y operativo—, que revulsivamente se producía. La tesis fue, por cierto, compleja en su articulación y prolongada en su desarrollo. Se leyó, de forma exitosa, hace ya exactamente treinta años, el 29 de abril de 1987, en la Universidad Politécnica de Valencia, titulándose “Imagen y ficción. Análisis de un proceso creativo en escultura”. Y ese mismo año –palanca innegable—se iniciaron, además, con especial fortaleza, otras fundamentales series como El Tránsito y Salto al vacío (1987-1989), que fueron efectivamente determinantes en su trayectoria.

He de confesar que la idea, sumamente pragmática, de que su tesis debía centrarse en torno a sus nuevos proyectos escultóricos —para que así se reforzara y adquiriera solidez su propio itinerario creativo— era algo que, por mi parte, como profesor de Estética y Teoría de las Artes, solía repetir, como estrategia didáctica, a cuantos apelaron a mi consejo y respaldo académicos, desde aquella facultad, que casi se convirtió –complementariamente— también en la mía. Lo reconozco con satisfacción distanciada, tras los eficaces efectos, por mí, testados, en el transcurso del tiempo.

Aquellos años de intermediación transformadora, ocupados entre la docencia, la investigación y la creatividad directamente aplicada, conformaron, sin duda, para el haber profesional de Ángeles Marco, una etapa crecientemente revulsiva e intensamente sostenida. Lecturas, escritos, conversaciones y proyectos fueron articularse de manera sólida, efectiva y unitaria, dando lugar a “la memoria del taller”.

Negativos. Exposición Ángeles Marco, Escultora española. El otro punto neurálgico, en su trayectoria vital y profesional, se catalizó, asimismo, a mi modo de ver, en torno a la gestación de su muestra paradigmática en el IVAM, “Ángeles Marco. El taller de la memoria” (1992), de la que fui comisario, a petición suya, concretamente montada en el centro del Carmen, que entonces era también sede adjunta de la prestigiosa institución. Una etapa para recordar —sin ira— admirativa y nostálgicamente, en la desigual historia del centro.

La preparación de la muestra —una vez aprobada por el Consejo Rector, del que durante lustros formé parte— supuso asimismo un constante e intenso trabajo conjunto (1990-92). Para mí, el comisariado de la exposición fue, estrictamente hablando, Exposición Ángeles Marco, Escultora española.una especie de efectiva prolongación de su tesis doctoral: el mantenimiento de las mismas estrategias de diálogo, la contextualización pormenorizada de las series anteriores y la gestación de piezas nuevas, enfatizando, siempre, la vigencia de la categoría de “relación” entre todo el conjunto del proyecto / itinerario. Recuerdo que incluso llegamos a decidir que el recorrido, para los visitantes de la muestra en el IVAM, sería, ni más ni menos, una especie de analogía al hecho concreto de visitar –con evidentes afanes didácticos– el taller de la escultora, potenciando momentos / espacios / bloques propositivos / obras y rincones bien diferenciados, en sus respectivos contextos. El cuidado catálogo del evento –hoy documento fundamental– obedeció asimismo a idénticas pautas expositivas.

Soy consciente, ahora, de que estoy redactando este texto 25 años después de aquella muestra, habida en el Instituto Valenciano de Arte Moderno. Me vienen a la mente los trabajos del montaje, las discusiones apasionadas por la selección de cada pieza y su ubicación en los espacios apabullantes del antiguo Convento del Carmen —justamente allí donde ella había cursado sus estudios—, como histórica Escuela de Bellas Artes. Se cerraba así, simbólicamente, un círculo biográfico, a la vez que se consagraba operativamente otro de alcance profesional. Era la primera escultora, en su ámbito intergeneracional valenciano, que exponía, de forma individual, en aquel IVAM de doble sede, que hoy recordamos, en su polémico alcance diacrónico.

Pozo, Escultura de Ángeles Marco, en la exposición de la galeria de arte Espaivisor de Valencia España

Pozo

El lector se hará cargo, pues, de este particular contexto de rememoración, tan marcado, que condiciona y dirige mi escritura, al ir revisando las piezas que conforman esta importante exposición actual de Ángeles Marco, centrada precisamente en el conjunto referencial de cuatro amplias series, fechadas a caballo entre 1974 y 1992, de las cuales, en su taller, aún se hallaban algunas obras disponibles, guardadas por ella, en su fondo de trabajo y paralela colección. Casi, pues, un recorrido de veinte años de producción revisada. Una etapa conjunta, sumamente destacada de su trayectoria. En concreto se exponen trabajos pertenecientes a la Serie Modular (1974-1980), a la Serie El Tránsito & Salto al vacío (1987-89), a la Serie Suplemento (1990-1992) y a la Serie Presente / Instante (1991-92), que constituyen y de-muestran una consolidada depuración en sus trabajos escultóricos, constantemente reflexionados, revisados y complementados.

Sus series nunca se cerraban, ya que podía volver a retomar temas, contrastar materiales, avivar

Enves. Escultura de Ángeles Marco, Escultora española.

Enves

referencias, problemas e ideas —equidistantes, por lo común, de la cotidianidad—, pero llevados, casi siempre también, a sus últimas consecuencias, en su creciente reducción y radicalidad ejercitada. A veces surgidas / despertadas –sus obras– por una reflexión, un contraste conceptual o un suceso, bien procedente del contexto inmediato o bien derivado, quizás, de una lectura específica o simplemente, incluso, de una conversación. Sin embargo, era la atmósfera del taller lo que activaba incisivamente la memoria de lo ya hecho y propiciaba, además, nuevos quehaceres y proyectos.

De ahí surgió el título de la muestra del IVAM y también el de alguna monografía escrita sobre ella y su producción escultórica, que póstumamente le dediqué, como personal tributo y recuerdo (2013).

De hecho, la herencia constructiva, consolidada en su primera serie modular, ya siempre formó, de algún modo, parte de su posterior metodología creativa. Construir, apelando a la depuración minimalista, a la reducción de elementos y a la potenciación relacional entre ellos, siempre — eso sí— apelando además a la recurrencia conceptual y a la motivación asociativa. “No hay obra —mía / para mí— sin pretexto y contexto”, repetía.

A partir de este camino, estrategia y método, tan singulares, podía depurar, reconstruir, conceptualizar y dar respuestas estéticas

Camuflaje. Escultura de Ángeles Marco, Escultora española.

Camuflaje

eficientes, al entramado de sus piezas, de acuerdo con sus propósitos narrativos y de escenificación calculados, atendiendo, en simultaneidad, a las exigencias de los propios materiales (hierros, cauchos, lonas, tejidos varios o negativos fotográficos), de cara a la creación / aprovechamiento de espacios y reubicación de objetos, potenciando marcos / ambientes adecuados para sus instalaciones y/o agenciándose escenografías para sus performances (paneles, cajas, carros, trípodes, monitores, vídeos, estampas originales y textos). Aunque, en el fondo, el motor de sus trabajos se arropaba siempre conceptualmente.

Podríamos rastrear, antropológicamente, en su diversificado quehacer escultórico, la presencia de un plexo estructural de ideas básicas –para ella– como vacío, tránsito, identidad, olvido, ausencia, viaje, situación intersticial o de desequilibrio, pero también de andamiaje, de geometría secreta, de vigilancia, de huida, arropamiento y de rememoración. La auténtica prueba de fuego radicaba, siempre, en cómo versionar / trasladar estratégicamente tales inquietudes conceptuales a las obras, a la selección de los materiales Instalación de Ángeles Marco. Escultora española.que fuesen más adecuados, a la construcción / conformación concreta de la propuesta física y también, finalmente, a las condiciones exigibles a la instalación de la pieza. No concebía, de hecho, Ángeles Marco que se pudiera escindir / aislar la realidad de sus piezas de sus respectivos contextos, de sus génesis correspondientes y de sus finalidades. Cada obra mantenía activa su intrínseca memoria.

En sus exposiciones, apostaba / esperaba que el visitante, en su sagacidad personal, tras su sorpresa / desorientación inicial, hilvanara parsimoniosamente enlaces “entre” los diversos grados de protagonismo presencial, reservados cautelarmente a las ideas, dispositivos y elementos –formales / materiales– constituyentes de sus obras. Tampoco dejaba nunca de reencontrarse —sugerida e involucrada personalmente— en sus propuestas. En realidad, más allá de la autoría exclusiva de sus piezas, dejaba voluntariamente que se filtrasen, en ellas —incluso de forma calculada– sus imágenes preferidas, sus textos, sus huellas, determinadas pistas personales y sus voces e incluso su figura real (Serie Presente / Instante (1991-92) o su impactante Performance fílmica (1999-2001).

Enves - Obertura , Esculturas de Ángeles Marco, Escultora española.

Enves – Obertura

De esta guisa, experimental e incansable, en su explícita carrera hacia adelante, la escultura –teatralizándose entre sus manos— incrementaba los intercambios dialógicos con la música y las palabras habladas, con los videos y las fotografías, con los textos escritos y las secuencias cinematográficas. Acelerada vitalmente, siempre quería más y más, tras sus reflexiones visionarias y sus estrategias en abîme. Lo sé por experiencia.

Incluso, años después, tras los penosos intervalos de su enfermedad y el recurso a otras dedicaciones de alcance terapéutico, ya a mediados del 2005, volvió a citarme, encore une fois, en su taller, para que viera / compartiera las obras que iban a propiciar su “relanzamiento”, me dijo ilusionada. A la vez, me pedía un texto de barandilla para aquella muestra, que tuvo lugar entre septiembre y octubre, de aquel año, en el Claustro de Segovia. El programa propiciado era prácticamente una selectiva relectura —transvisual— de su propio itinerario. Quizás un balance selectivo, que rescataba y releía piezas emblemáticas de algunas de sus series, llevándolas, incluso, más allá de su origen, aunque las dimensiones de las obras se ceñían, más bien, en aquel caso, a sus actualizadas fuerzas físicas de entonces. A pesar de que la intensidad imperativa de su voz ya no era la misma, el brillo de sus ojos sí que se mantenía impertérrito.

El título de la muestra, como siempre, en ella, era sumamente elocuente y encerraba dobles lecturas, entre líneas: “Ángeles Marco. El último minuto”. Sin duda, lo tenía decidido de antemano. De nuevo, el reto, la sorpresa, el preanuncio, el guiño, la ambigüedad y hasta la esperanza tensa tenían allí cabida.

Sólo cuando, motivado por la amable invitación actual de Espaivisor, he necesitado releer de nuevo, ahora, con esfuerzo, mi texto final y reviso las imágenes de

Instalación. Serie El Tránsito de Ángeles Marco, escultora española

Maqueta (Instalación. Serie El Tránsito)

entonces, incluidos ambos –imágenes y texto— en la escueta publicación de aquel 2005 —que guardo testimonialmente en —mi archivo—, creo que entiendo, mejor que nunca, la fuerte polisemia y los múltiples alcances y sentidos que pueden encerrar las palabras escritas hace tiempo y en circunstancias especiales. Todo sea, pues, en homenaje directo a su memoria.

Por eso hablaba, al principio de esta reflexiones, de una asignatura pendiente: la de propiciar una muestra de las obras que permanecían, aún, recogidas en el taller de Ángeles Marco, al que siempre me referí como “el taller de la memoria”, porque todo parecía tener allí cabida. Una muestra que nos ayude a repensar, hoy, intergeneracionalmente, la historia de aquel renacer de la escultura valenciana de la transición, aunque sea de manera reductiva, de la mano de una de sus mejores y más destacadas representantes. Siempre pensé y sigo manteniendo que la memoria no sólo es depósito de recuerdos sino también eficaz palanca de proyectos.

Cuadro video performance. Ángeles Marco, escultora española.

Cuadro video performance

Una última anécdota. Cuando estaba, precisamente, Ángeles Marco proyectando las más polémicas piezas de la Serie Salto al vacío, hacia finales de la década de los ochenta, una tarde, en su taller de la calle Museo, discutíamos, café en mano, sobre la presencia de la memoria, individual y colectiva en su obra y, por mi parte, esgrimí la argumentación del doble sentido, que cabe darle y que vengo de apuntar más arriba, añadiendo además lapidariamente: “la memoria, amiga Ángeles, no siempre

salta hacia atrás, obsesionada en reajustar cuentas con el recuerdo, también, convertida en base de iniciativas, se atreve a saltar hacia el vacío de la aventura inexplorada y futura”. Puntos suspensivos…

 

 

 

Por eso, al iniciar el presente texto he querido homenajearla, como en secreto, oblicuamente, a través del esotérico título, ahora justificado en brevedad, en su contexto de antaño, encuadrado en una acertada decisión expositiva presente.

 

Exposición Ángeles Marco en la Galería Espaivisor

 

Galería Espaivisor: Exposición  de la obra de Ángeles Marco. Hasta el 15 de Septiembre, 2017

Galería Espaivisor  ENLACE

Ángeles Marco       ENLACE

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LAND ART EN LOS EE. UU. EL PRINCIPIO

 

Lennie Bell

 


LAND ART EN LOS EE. UU. EL PRINCIPIO


 

HEIZER  MORRIS  SMITHSON

Heizer, Morris,Smthson

 

Texto-1

 

 

 

El Land Art es un movimiento artístico en el cual la tierra es manipulada por el artista. Éste se introduce en el espacio para cambiarlo, dando así un nuevo concepto de nuestra interacción con el mismo.

<< No es sorprendente que el paisaje reapareciese como inspiración para algunos de los mejores artistas de este periodo. Tampoco nos tiene que sorprender que la actividad artística resultante fuese una de las más difíciles y asombrosas que se habían visto. Aunque el paisaje sea un tema tradicional y recurrente en la Historia del Arte, esos jóvenes artistas de los años sesenta lo trataron de un modo muy poco tradicional. En lugar de representarlo en pintura sobre lienzo o mediante esculturas representativas, unos cuantos artistas eligieron entrar en el paisaje mismo, utilizándolo como material escultórico. Estos artistas no estaban describiendo el paisaje, sino que se unían a él. Su arte no era simplemente del paisaje, pero sí dentro de él. Las primeras obras se conocían como Earthworks o LandArt. Su presencia física en el paisaje las diferenciaba de otras formas de escultura. Pero su compromiso va más allá: la mayoría de estas obras están inextricablemente unidas a su lugar, y toman las características de este entorno, para formar su propio contenido. Mientras que la mayoría podían haber sido realizadas en cualquier otro lugar similar, la diferencia importante es que las limitaciones entre la obra y su entorno no están del todo claras. Estas obras no son objetos discretos, sino elementos totalmente entregados a su paisaje. Su intención es provocar una experiencia inimitable del lugar en concreto, tanto para el artista como para el observador>>¹

Estas palabras de John Beardsley ponen de manifiesto lo esencial del movimiento Land Art, que durante medio siglo ha abierto muchas puertas, evolucionando desde una postura radical contra lo establecido, hacia un arte social.

 

 Espiral Jetty de Smithson

¿Qué ha pasado durante los últimos cincuenta años?. En realidad, básicamente nada.
Este arte, que era heredero de la búsqueda del concepto de espacio, se apoderó de él y lo desarrolló como ningún otro movimiento artístico lo había hecho. Las obras de investigación aisladas en el desierto han llegado a influir de un modo directo en la planificación urbananística de las ciudades, así como en la restauración de espacios degradados por la industria, como reivindicación para el uso público.

Los artistas que fundaron el Land Art en los años 60, fueron reconocidos escultores del movimiento minimalista: pertenecían a la clase media norteamericana, eran universitarios y todos respetados artistas de fama nacional. Sus trayectorias les llevaron a cuestionar y experimentar con el fenómeno de la relación del objeto en el espacio y cómo este concepto enfrentaba al observador con su propia idea de este espacio. Sus obras les llevaron a revelarse contra un estilo cuyo orden y pureza de formas era incompatible con sus sentimientos de caos.

A finales de los años 60, el ambiente social no era precisamente de orden, el rechazo a la guerra de Vietnam introdujo un cisma entre el sentido de lo correcto-patriótico y la conciencia individual del bien y el mal. Esto hizo mella en la sociedad norteamericana,  introduciendo un sentimiento altamente revolucionario similar al de mayo del 68 en Europa.

El Land Art comienza con sendas exposiciones de varios artistas, entre ellos Michael Heizer, Robert Morris y Robert Smithson, los cuales, literalmente, llenaron las galerías de tierra y piedras, y lo hicieron como una directa provocación a lo establecido. Parecía un acto de rebeldía juvenil, pero su concepto abstracto no tardaría en manifestarse.

Elijo a estos tres escultores por considerar que representan los tres pilares básicos del Land Art: lo sublime, la entropía y la experiencia espacial.

 

MICHAEL HEIZER

Hasta 1967 Heizer era pintor, pero empezó a producir esculturas en el desierto –que sería la característica de su obra– con las que trabajó durante la siguiente década.

Heizer-Munch Depresión

Había salido de su estudio en Nueva York para trabajar en el desierto, utilizando la tierra como medio para producir piezas que, a pesar de que al principio no eran accesibles al público por su localización, pronto superó este obstáculo mediante fotografías y publicaciones que se expusieron en galerías de arte.
Como californiano, vuelve al Oeste (un concepto de libertad ínsita en la psique americana) y compra terrenos en el desierto del Suroeste, (donde su abuelo tenía una mina), y es allí donde realiza sus primeras intervenciones.

Especialmente interesado en las propiedades físicas de la tierra y de sus elementos –densidad, volumen, masa y espacio–, con los que trabaja según le dicta su propia naturDissipate, Heizeraleza artística. Algunas de sus obras como Foot Kicked Gesture y Ground Incisión Loop Drawing, eran efímeras. Su intención era que con el tiempo se fundieran en el paisaje hasta desaparecer. Según sus propias palabras: <<estamos haciendo diversas fotografías durante de proceso de desintegración>>.
En 1968 realizó un determinado número de obras que despertaron el interés de la crítica. Su obra Dissipate es una serie de cinco trincheras rectangulares excavadas sin orden en el Black Rock Desert en Nevada. A diferencia de otras obras del mismo año, esta tenía carácter de permanencia, ya que sus paredes estaban reforzadas de acero.

En este mismo año Heizer estaba ocupado realizando una trinchera de 120 pies en Massacre Lake, en Nevada. Esta trinchera, llamada Isolated Mass/Circumflex, tiene forma de lazo, excavado en la tierra y separa el círculo interior del resto del paisaje.

 

Five Conic Displacements (1969) Esta creación está constituida por cinco trincheras, y tuvieron que desplazar unas 200 toneladas de tierra. Otro trabajo de aquel año, Double Negative, es una inmensa composición (1.100 por 42 por 30 pies) que solamente se podía ver en su totalidad desde un helicóptero, debido a su extensión y ubicación , ya que se trataba de las laderas de dos barrancos situados frente a frente. En este trabajo se movieron más de 240.000 toneladas de tierra.

Double Negative de Michael Heizer, Land Art

Double Negative

Heizer representa uno de los pilares del Land Art: lo sublime. Lo sublime, en el romanticismo, se provocaba por un sentimiento de asombro ante la contemplación de la representación de la belleza de la Naturaleza. En la pieza Double Negative esta idea de lo sublime se transforma, ya que no podemos situarnos frente a la obra, sino que debemos entrar físicamente para experimentarla.

Desde 1972 a 1976, Heizer trabajó en la construcción de otra pieza duradera llamada Complex One/City (24 por 100 por 140 pies), que ofrece una ilusión óptica en el desierto. Esta inmensa estructura hecha de tierra, hormigón y acero, se percibe desde la distancia como un rectángulo sólido con unas barras horizontales de acero, delimitando el bloque de hormigón. Desde uno de sus lados, tales barras se ven fraccionadas y separadas del bloque rectangular y desde el punto de vista frontal parecen formar líneas continuas.

Complex One City Michael Heizer Land Art 1972

Complex One City

En palabras de Elizabeth C. Baker: Art Works on the Land: << Los artistas, sin duda, mantienen un grado de romanticismo con del lugar de ubicación de sus obras. El espacio, la soledad, los elementos, el trabajo duro, y también una cierta sensación de peligro inherente en la elección de tales lugares. El drama de estos sitios es inseparable de los conceptos de calor, frío, tormentas y cambios espectaculares del clima y de la luz>>
<<Pero lo que realmente cuenta es mucho más especial: lugares particulares y específicos engendran particulares tipos de percepciones, y estas percepciones tienen un papel determinante en la naturaleza de sus obras. Estas obras, no solamente son inseparables de sus emplazamientos, sino que no se pueden definir, de ningún modo, fuera de sus lugares>>.

Durante esos años la galería Virginia Dawn de Nueva York expuso fotografías y dibujos de estas obras, y a partir de 1974 Heizer crea esculturas para ser expuestas en galerías o en emplazamientos públicos de las ciudades.

 

Serigrafía de Heizer

Serigrafía

 

 

ROBERT SMITHSON

La grandeza del entorno natural le gustaba sin duda a Robert Smithson y esto se comprende al ver las calidades de texturas expresionistas en sus obras. En 1959 era un pintor surrealista, pero a principio de los años sesenta su estilo (aparentemente desenfadado) le llevará a la investigación escultórica sobre el desplazamiento del objeto en el espacio.

 

Spiral de Jetty Smithson 1971

Spiral Jetty. Dibujo

 

En 1964 expuso una pieza en el Finch College Museum de New York llamada Enantiomorphic Chambers, es una construcción que utiliza espejos acompañados de dibujos. Según una de las críticas del momento, ésta obra probaba “la diferencia entre ver y conocer”.²

Entre 1964 y 1968 Smithson hizo una serie de esculturas donde experimentaba con conceptos como el tiempo y la física de las tendencias de los cuerpos, buscando el equilibrio dentro de la rotación.

Non Site de Robert Morris 1968

Non Site

En 1968 el artista empezó a exponer sus nonsites, donde piedras y tierra, puestas en un cubo, se transportaron desde un determinado lugar –indicado mediante mapas y fotografías aéreas– a una galería. Entre tales obras existe una pieza denominada Non Site, donde siete cajas de acero en forma de V y llenas de carbón, están puestas en fila en orden decreciente de tamaño, ilustrado todo ello con mapas y fotografías que indicaban el lugar de origen.

En esta serie de obras Smithson introduce el concepto de qué es lo “real”. Para él son aquellos elementos que componen un sitio determinado y no la clasificación con la que los asignamos a través de mapas, fotografías aéreas…

En el centro de toda la obra de Smithson está el concepto de entropía. Este es también uno de los pilares del Land Art, la tendencia natural al caos.

<<Ambos sentidos, constructivo y destructivo de la naturaleza, conformaban la obra principal de Smithson. El aspecto creativo halla su expresión en la sensibilidad del artista, traducida en la variedad y magnificencia de los materiales de la naturaleza que él emplea. Menos común en el arte es el sentido de la potencial destructividad de la naturaleza >>. ³

Smithson Non-Sites

Non-Sites

En 1969 completó Asphalt Rundown, en Roma, en esta obra un camión lleno de asfalto volcó la carga por los lados de una cantera.

En 1970 propuso Texas Overflow: en esta pieza Smithson pretendía que los materiales (asfalto negro y azufre) estuviesen enfrentados a las fuerzas entrópicas. El compuesto  amarillo había sido dispuesto de tal modo que formase en el centro un anillo con el asfalto caliente, escapándose éste por filtración.

 

La obra Spiral Jetty, no es solo la más conocida de Smithson, sino que es el icono de todo el Land Art. La pieza fue creada en 1970 en Roselle Point, en el Great Salt Lake, en Utah (EE.UU.). Es una escollera en forma de espiral, hecha de piedras de basalto y tierra, de una anchura de 50 pies y una longitud de 1.500 pies. Al igual que en Double Negative hay que entrar físicamente en la Spiral Jetty, ya que solo se puede percibir la obra moviéndose a lo largo de sus estrechos arcos hacia su final.

 

 

Spiral Jetty de Robert Smithson

Spiral Jetty

Como espiral, tiene un punto central que ocupa el caminante pero, sin embargo, al experimentar la obra uno se halla continuamente descentralizado respecto al gran espacio formado por el agua y el cielo. Smithson escribiendo acerca de su primer contacto con el lugar, decía: <<Mientras que miraba el lugar éste reverberaba en el horizonte como si fuera un ciclón inmóvil, mientras que los reflejos de la luz hacían que el paisaje entero pareciese temblar. Un terremoto latente se abrió haciendo olas. Desde este espacio giratorio, emergió la posibilidad de hacer Spiral Jetty. Ninguna idea, ningún concepto, ningún sistema, ninguna estructura, ninguna abstracción, podrían mantenerse juntas en la presencia de aquella evidencia fenomenológica>> (Robert Smithson, “The Spiral Jetty”, manuscrito inédito).

En 1971 Smithson produjo el Broken Circle and Spiral Hill en Emmen, Holanda. Es una obra compuesta de dos elementos: el primero de ellos, Broken Circle, es un círculo casi completo de tierra de 150 pies de diámetro, dividido en dos partes: un semicírculo de tierra compacta con una gran piedra en el medio, cuya segunda mitad (a modo de cola) es el borde del primer círculo que se proyecta dentro del agua. Como todas las obras de Smithson, tiene forma de espiral. La segunda obra, Spiral Hill, es una colina cónica hecha de tierra, donde un sendero de arena blanca la va rodeando formando una espiral.

Spiral Hill de Smithson 1971

Spiral Hill

En este mismo año Smithson inició los primeros contactos con industrias cuyas actividades impactaban sobre el medio ambiente, y de manera especial las compañías mineras. Smitson planteaba sus propios proyectos como un modo de recuperar aquellos lugares devastados por tales actividades industriales. En Projects for Tailings (que no llegó a realizarse) habría utilizado la escoria para construir diversas piezas de Land Art en forma de terraplenes. Smithson pensaba que, si se planificaba la reutilización de la tierra antes de la actividad minera, se podría evitar la innecesaria devastación que acontece en estas actividades.

En 1976 estaba trabajando en su pieza Amarillo Ramp, una escollera curvilínea en pendiente, emplazada en Amarillo, Texas, hecha de la misma arcilla roja del lago.

Amarillo-Ramp de Robert Smithson

Amarillo-Ramp

Smithson murió en un accidente aéreo durante la ejecución de esta obra, que fue concluida por su esposa Nancy Holt.

La obra artística de Robert Smithson está a medio camino entre aquellos artistas de Land Art, cuyo trabajo consistía en mover grandes cantidades de tierra y aquellos otros cuya obra trataba el medio ambiente. Smithson estaba interesado en introducir el concepto de entropía, dando una nueva perspectiva acerca de la naturaleza.

 

 

 

Broken Circle de Robert Smithson

Broken Circle

 

 

ROBERT MORRIS

Con Robert Morris nos encontramos ante el tercer pilar del Land Art, donde su principal interés se manifiesta en la relación entre el ser humano y el espacio.

Morris Untitled Reclamation Project

Aunque comenzó como pintor (su exposición en 1960 en la Dilexi Gallery fue proclamado mejor artista novel del año), dejó la pintura para trabajar con Yvonne Rainer en obras influyentes de performance y así, podemos explicar el origen de su interés por el espacio, a través de sus performances teatrales.

Como muchos de los escultores de los años sesenta, Morris había estudiado Filosofía, Psicología e Historia del Arte. Su tesis de licenciado en Arte, sobre el papel del pedestal en la escultura de Brancusi, le introdujo en el conocimiento de las formas cerradas y monolíticas del famoso escultor rumano, como alternativa a las obras abiertas y ensambladas de la escultura de Picasso y González. Buscando una manera para hacer que la escultura sea más inmediata al observador, Morris utilizó gestalts que podrían ser instantáneamente percibidos, para que la totalidad de la obra pudiese ser mentalmente representada partiendo de la percepción de sólo una parte de ella.

Columnas de Robert Morris 1961

Columnas

En 1964, en su exposición en la Green Gallery de New York, Morris impresionó a los críticos con sus columnas inertes y neutras que provocaban un despertar en el observador, tanto del espacio real como del espacio desplazado por las esculturas. A través de la exploración de las posibles mutaciones de una única forma en L, Morris revela cómo las formas (incluso las más rudimentarias) implican una reconsideración de la relación espacio-pieza, cuando Morris las cambiaba de posición a diario.

En 1967 Morris realiza sus primeros trabajos en Land Art. Son obras en las que utiliza el vapor, que él llama “arte del aire”. Uno de ellos –un trabajo sin título–, era un gran cuadrado de tierra que Morris había preparado para producir continuamente una nube de vapor. También de ese mismo año es su pieza Steam Piece situada en el interior (una habitación llena de vapor). Morris sentía que el vapor era un material que él podía utilizar como un diálogo entre lo más profundo de una escultura y su relación con el espacio circundante.

Morris es uno de los fundadores del movimiento minimalista y su obra en el paisaje es una extensión lógica de su propio trabajo. Para Morris sus intervenciones en la Naturaleza estaban directamente relacionadas con la participación del observador en el espacio y su nuevo despertar al conocimiento de ese espacio.

Land Art Untitled (Steamwork for Bellingham)

En 1971 fue invitado a participar en Sonsbeek 71, Holanda, donde construye su Obsevatory, que fue destruido al final de la exposición y, gracias a los esfuerzos de los patrocinadores y del propio gobierno holandés, fue reconstruido en 1977.
Consiste en tres anillos concéntricos de tierra: el círculo exterior da acceso al círculo interior, cuyas dos ventanas miran hacia los puntos de los solsticios de verano e invierno. Lo que aquí le interesa a Morris no es simplemente revelar el mundo al observador, sino las condiciones de la percepción.

Land Art.Observatory de Robert Morris Holanda1971

Observatory

En 1973 fue invitado a participar en la Exposición Sculpture off the Pedestal, organizada por el Women´s Committee of Grand Rapids Art Museum. El proyecto Grand Rapids Project, ha sido fundamental para el futuro del Land Art en EE.UU., porque fue la primera vez que se invirtieron fondos públicos para financiar una obra medioambiental a gran escala. En palabras de Morris: <<el lugar elegido está de acuerdo con mis objetivos para el exterior. Obras que cooperan y no son objetos puestos en el paisaje>>.

Grand Rapids de Morris

Grand Rapids

Aquí el artista trabajó directamente con el Departamento Municipal de Parques y Recreación para asegurarse de que la obra tuviera suficiente drenaje y vegetación, como si de cualquier parque se tratase.

Los esfuerzos de muchos individuos, artistas y comunidades confluyeron en el verano de 1979 para realizar un proyecto en Seattle Washinton, titulado Earthworks: Land Reclamation as Sculpture. Fue organizado por la Comisión de Artistas de King County y se invitó a siete artistas a que realizaran una propuesta artística para siete espacios devastados o abandonados de la zona. Entre estos espacios había, una zona afectada por la erosión, tres graveras, un viejo aeropuerto abandonado y la franja designada para el control de ruidos del sector del Aeropuerto de Tacoma, en Seattle. Las propuestas fueron expuestas durante seis semanas en el Pabellón de Arte Moderno del Museo y, a la vez, la Comisión de Arte celebró un simposio para discutir al detalle las implicaciones del proyecto.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo

Todo esto sería normal si las propuestas hubiesen sido planteadas por ingenieros o arquitectos, pero en este caso los invitados fueron artistas de Land Art, lo que pone de relieve que desde 1979 es la escultura la que da la respuesta más innovadora a los problemas urbanísticos que atañen a la recuperación de las zonas degradadas en las grandes urbes.

Robert Morris seleccionó una de las graveras abandonadas al Sur de King County. Su propuesta fue financiada por el programa de arte en sitios públicos, el National Endowment for the Arts, el Departamento de Obras Públicas y por la Comisión de Artes del Condado.

La pieza consistía en unos terraplenes concéntricos que formaban un anfiteatro en el centro y desde el anfiteatro sólo se veía el cielo. Además de mostrar las ideas del artista sobre la estética en la restauración, la obra de Morris resuelve la viabilidad económica de este tipo de arte. El presupuesto del proyecto de Morris costó un poco más que los presupuestos convencionales más bajos para la restauración de este lugar.

Morris abrió un camino donde la obra artística consolida su condición de beneficio social, revelando una convicción cada vez más creciente: la de que los artistas deberían tomar parte en las decisiones estéticas que, normalmente, se toman como parte de la planificación urbanística, tanto en el uso de la tierra como en el restablecimiento de suelos devastados.

Las intervenciones de Morris en el paisaje invitan a la participación del observador en el espacio y al despertar de un nuevo conocimiento de ese espacio.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo y plano de Morris

En este artículo me he referido a tres artistas cuya obra está fundamentada en el desplazamiento de masas. Dentro del movimiento del Land Art hay diversos tipos de prácticas: algunos artistas abogan por no modificar la tierra y sus obras están yuxtapuestas sobre ella, por ejemplo, en la obra de Nancy Holt. Otros utilizan la vegetación para hacer delicadas obras con ramas que flotan sobre el agua, como en la  obra de Michael Singer. Otros incluso recuperan la vegetación indígena en lugares urbanos, para restablecer su identidad histórica, como es el caso de Alan Sonfist.

Como consecuencia de las respuestas innovadoras a los problemas urbanísticos que afectaban a la recuperación de las zonas degradadas en las grandes urbes, que dieron Smithson, Heizer y Morris, se abrió un camino novedoso: los escultores tomaban parte en las decisiones estéticas de las ciudades y en la planificación urbanística.

Dibujo de Robert Morris

Dibujo de Morris

En el pasado el escultor trabajaba casi siempre en contra de la Naturaleza. Su obra consistía, básicamente, en extraer de un bloque una forma relacionada con un modelo imaginado, acorde con el periodo en que vivía el artista. Durante el siglo xx el concepto de la escultura experimentó grandes cambios, tanto respecto al objeto en sí como respecto al espacio que ocupaba. A través del Land Art la escultura llegó a ser, en lugar de un objeto para ser mirado, un espacio para vivirlo. La escultura encuentra un nuevo impulso en su manera de reinventar la realidad y esto, a su vez, le da otra función: ser el centro de la experiencia de la realidad espacial.

En el Land Art el espectador se convierte en sujeto activo, ya no controla ni abarca el objeto, sino que lo experimenta como tránsito.

Para poder explorar el espacio el artista ha tenido que aislarlo, perdiendo así su carácter funcional, transformando su entorno; de este modo cuando el espectador se sumerge en él, se descubre a sí mismo, tanto mental como físicamente, a través de las cualidades de volumen, materia y luz.

Steam Work for Bellingham-II Cloud Garden/steam

Steam Work for Bellingham-II y Cloud Garden steam

 

¹ John Beardsley Earthworks and Beyond. Abbeville Press 1984.

²Mel Bochner, “Art in Progress-Structures”,Arts 40, nº 9 (septiembre/octubre 1966), pág. 39.

³John Beardsley. Probing the Earth: Contemporary Land Projects Washington, D.C. Smithsonian Institution Press, 1977; Pág, 83.

 

LAND ART

 

 

 

 

 

 


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