Susana Pardo

CHIHARU SHIOTA  EN  EL  LABERINTO

Contrariamente a lo que podría pensarse, la inmersión en las monumentales instalaciones de lana de la artista Chiharu Shiota no produce la sensación de calidez o confort que cabría imaginar por el material. Caminar entre los recovecos y pasillos que forman el entramado de hilos y objetos, o bajo las madejas de nubes colgantes, impresiona profundamente y genera sensaciones de incertidumbre y desconcierto. Formar parte de esas estructuras, una vez superado el asombro inicial, activa los sentidos más allá de la vista, provocando ciertos efectos hipnóticos; las enormes dimensiones, las formas entrelazadas generando muros o huecos, los colores, la técnica de tejer precisa o los juegos de luces y sombras, impactan y suscitan sentimientos encontrados que pueden ir desde la calma o sensación de recogimiento hasta el despertar de la nostalgia, la tristeza o el dolor ante un recuerdo traumático.

Muchos visitantes describen la experiencia inmersiva como entrar en otro mundo. Y realmente es así porque sus piezas parecen trasladarnos a un lugar inverosímil, ancestral o muy remoto, en cualquier caso, a territorios que permanecen ocultos al ojo humano.

La obra de Shiota propone una exploración poética sobre la vida, el hogar, los recuerdos, el origen y la muerte, a través de un trabajo artístico que deja al descubierto las conexiones invisibles, pero esenciales, que conforman nuestro ser, así como las relaciones cósmicas. Nacida en Osaka en 1972, y residente en Berlín desde hace más de dos décadas, la artista ha construido un lenguaje visual que convierte sus experiencias personales e íntimas en metáforas visuales que abordan temáticas universales como el cuestionamiento continuo sobre lo que significa ser humano.

En sus primeros trabajos en Berlín, utiliza su propio cuerpo como espacio de intervención, vinculando en sus performances el individuo a la tierra, al pasado, a la memoria y la historia personal. Una pieza clave de esta etapa temprana es Becoming painting, surgida tras un sueño donde su cuerpo cubierto de pintura se convertía en parte viva de una obra pictórica. Este acto de cubrirse con pintura de esmalte, un material nocivo para la piel, es un gesto decisivo de ruptura con su trabajo pictórico previo, que configura una nueva dirección en su práctica artística, destacando la importancia del cuerpo, y las huellas de las experiencias impresas en él, como vehículo expresivo y simbólico

Sin embargo, la performance o intervención directa en la superficialidad del cuerpo deja paso a un interés por la profundidad del mismo, lo que se oculta bajo la piel, lo que sustancia y da sentido a la configuración externa de nuestra identidad; de este modo es como va penetrando al interior de los cuerpos para descubrir de qué se componen las vísceras y el cerebro, cómo siente y como piensa el cuerpo.

En su evolución posterior, Shiota ha recurrido al hilo como elemento central y característico. Sus instalaciones, construidas a partir de intrincadas tramas de fibras negras y rojas, sobre todo, sugieren simultáneamente los sistemas circulatorios y las redes neuronales, haciendo tangible la complejidad invisible de nuestras conexiones internas. Este tejido que expone, sostiene y conecta objetos cotidianos como zapatos, camas, maletas, sillas o llaves, transforma estos elementos ordinarios en símbolos cargados de significado emocional y existencial. Los objetos, y a veces también los individuos, como vemos en su obra During Sleep, 2002, son utilizados como representación de existencias individuales, memorias e identidades; en ellos, se percibe la huella de quienes los utilizaron, manifestándose la fragilidad y transitoriedad de la vida terrenal. Las instalaciones no pueden entenderse como un espacio de 

introspección o rememoración pasiva sino como un proceso activo, dinámico y espacial, donde los recuerdos suspendidos y entretejidos, crean una maraña visible que permite experimentar de forma tangible lo intangible. De este modo, envuelve al espectador en un ambiente cargado de historias íntimas y evocadoras.

Mientras el color rojo simboliza la sangre, el negro es dolor y muerte; la propia experiencia de Shiota enfrentando una grave enfermedad y la posibilidad de la muerte motivó la reflexión sobre la dualidad vida y muerte, emociones que no concibe como opuestas sino como parte integral de un mismo ciclo existencial. Siguiendo sus propia palabras, la muerte no representa un final, sino una transición hacia una realidad más vasta en la que perviven nuestros pensamientos y recuerdos. Esta perspectiva otorga a su obra una resonancia aún más intensa, reforzada por el uso de objetos cotidianos impregnados de vivencias existenciales y relaciones humanas pasadas, objetos que evocan la presencia en la ausencia y el carácter efímero de la existencia humana.

Otro ejemplo de ello es la pieza The Key in the Hand, presentada en la Bienal de Venecia en 2015, donde suspendió cientos de miles de hilos rojos del techo atrapando más de 50.000 llaves antiguas, conectando con dos botes de madera sobre el suelo, creando una atmósfera cargada de intensidad poética; según la propia artista, las embarcaciones, dispuestas bajo la nube, como manos que pretenden recoger las llaves con las que se tiene la posibilidad de abrir la puerta simbólica que desvele lo que hay al otro lado.

Sin embargo, en la instalación Beyond Memory, 2019, expuesta en Gropiusbau de Berlín, se utilizaron unos 780Km de lana blanca entre los cuales se anudan documentos relacionados con la historia más antigua del edificio . «Dentro del atrio, he creado una nube de pensamientos y conexiones, que vincula al espectador con el pasado y el futuro. El hilo blanco es atemporal, no creo que el tiempo sea algo lineal, sino más bien circular», comenta la artista a la prensa.

Aunque su obra con hilos y lanas suele asociarse con la costura y la feminidad, Shiota aclara que las líneas creadas con este material se asemejan más a las pinceladas en una pintura. En vez de emplear un pincel sobre un lienzo tradicional, la artista utiliza los filamentos para dibujar en el aire. Los hilos de Shiota, laboriosamente anudados, crean un orden geométrico concreto en cada instalación; ya sean triángulos o círculos, las formas que se originan parecen representar la música interna de los estados de conexión. Un ritmo provisto de presencia física que a la vez sugiere algo inmaterial, mental o metafísico, pues lo que se entrelaza en estas redes es la sustancia sutil de las cosas, aquello efímero que constituye, en última instancia, la esencia misma del ser. «El hilo para mí no es solo material, es metáfora», afirma la artista, quien lo utiliza para representar aquellos vínculos invisibles que nos unen a lugares, personas y recuerdos​.

Así como el hilo de oro de Ariadna ofrece seguridad a Teseo para adentrarse en el laberinto, donde acecha el Minotauro que amenaza con devorar a la humanidad, las mallas tejidas por Shiota generan recorridos por los que transitar o detenerse. El hilo de Ariadna calma el miedo frente a lo desconocido y potencialmente peligroso, sirviendo como una guía protectora que estimula a enfrentar el misterio o mirar hacia un futuro incierto, con la tranquilidad de poder regresar siempre al mundo conocido. En cambio, las marañas de Shiota no buscan protegernos ni evitar que nos extraviemos; más que asegurar un retorno confortable, nos brindan recursos para sujetarnos y establecen recuerdos como puntos de apoyo desde los cuales impulsarnos, dejando abierta la decisión individual de avanzar o detenerse.

La experiencia emocional no siempre es “cómoda”: a veces el espectador se siente conmovido o vulnerable, enfrentando sus propias asociaciones afectivas. La obra In Silence, 2008, que exhibe un piano y sillas de público carbonizadas, confronta al espectador con la tristeza y la memoria de algo perdido. Esta catarsis es parte del poder del arte inmersivo: al involucrarnos por completo, puede hacer aflorar sentimientos latentes y estimular la empatía. De hecho, la naturaleza envolvente del arte instalativo permite crear un impacto psicológico más potente que el de las artes tradicionales, precisamente porque manipula el entorno entero a través de la escala, las luces y sombras para despertar las sensaciones más dispares, una mezcla de fascinación estética y sobrecogimiento emocional.

Pero más allá de memorias y recuerdos emocionales, huellas del pasado presentes en los objetos y símbolos de un futuro incierto, lo que no debemos dejar pasar, y ya he mencionado anteriormente, es cómo la artista deja al descubierto la estructura interna que subyace en los objetos, las personas y el universo en su totalidad, hablándonos explícitamente de que todo cuanto nos rodea son conexiones que nuestro ojo humano es incapaz de ver. La complejidad existe porque lasmicroscópicas partículas elementales que componen la realidad se relacionan e interactúan constantemente mediante fuerzas fundamentales (electromagnética, nuclear fuerte, nuclear débil y gravitatoria), generando las condiciones esenciales para la vida y la materia. A escala macroscópico encontramos redes complejas de conexiones a todos los niveles: los ecosistemas funcionan a partir de interacciones entre organismos vivos y su entorno; las sociedades se organizan mediante sistemas de relaciones humanas (sociales, culturales y económicas); las galaxias y el universo mismo forman estructuras interconectadas por fuerzas gravitacionales, creando 

grandes entramados cósmicos. De este modo, tanto lo microscópico como lo macroscópico comparten esta idea profunda: la existencia no es algo aislado, sino el resultado de complejas redes de conexiones internas y externas que definen cómo funciona y evoluciona la realidad.

Así, la exposición explícita de las conexiones internas y externas, que normalmente permanecen escondidas bajo un manto difuso, una imagen o una fachada, nos revela la estructura esencial de los objetos, los sujetos y los fenómenos que solemos percibir únicamente en su superficie, confrontándonos directamente con la naturaleza misma de nuestra percepción. Shiota hace visibles, a escala humana, esas relaciones ocultas que habitualmente solo intuimos a través de la emoción o la sensibilidad individual; por esta razón, su obra sugiere recurrir a la memoria y a la experiencia personal como vías privilegiadas para observar el mundo, ya que constituyen la manera más auténtica de acercarse y comprender la esencia profunda de

las cosas. Aunque la ciencia y la tecnología puedan describir con mayor precisión las interacciones y los vínculos que sustentan la existencia, el arte los representa simbólicamente, apelando a lo emocional e imaginativo de un modo más directo y eficaz.

La pregunta que surge es si este acto de exteriorización de lo invisible nos libera del engaño de lo aparente, al revelar una comprensión más profunda de lo que observamos, o por el contrario, nos atrapa en una red que se vuelve una prisión cuando no logramos captar su metáfora. Así, la obra de Shiota nos plantea esta paradoja fundamental, sugiriendo que la memoria puede liberarse al ser reconocida y comprendida como parte estructural, ofreciéndonos una percepción poética y profunda del mundo; pero también puede quedarse atrapada en lo visual si es malinterpretada como una simple representación estética. La pretensión es sacar a la luz las huellas y los rastros de vida al mismo tiempo que los enreda en la trama del tejido.

Reconocer la complejidad poética oculta en el individuo y en el universo, nos abre un campo inmenso y ambiguo de posibilidades que, reitero, pueden ser tan liberadoras como abrumadoras si no logramos comprender el significado primordial detrás de la maraña visible de hilos. En este sentido, la descodificación de las conexiones internas como metáfora artística, pero también existencial, permite liberarse del engaño perceptivo, brindando la oportunidad de descubrir que lo verdaderamente esencial no es la representación estética o visual del objeto, sino la red interna que lo hace posible y único.

Todas sus piezas, no solo las instalaciones a gran escala, sino también sus esculturas, pinturas y dibujos, contienen implícitamente el intento de observar e interpretar esas conexiones invisibles que conforman la poética del ser como espacios dinámicos de memorias capaces de reflejarse en cuerpos materiales que, son al mismo tiempo símbolos del tránsito y de la permanencia.

Definitivamente, la propuesta artística de Shiota, plantea una nueva manera de contemplar la realidad, revelando un tejido universal y profundo que une lo visible e invisible, en una invitación constante a reflexionar sobre nuestra existencia y su fragilidad.

Share
Translate »